Rapsodia azul

AZNAR ha presentado sus memorias. O las ha impuesto con el dogmatismo y la autocomplacencia que requieren el género autobiográfico. No tienen un título, pero bien podían haberse llamado Amnesia, 48 horas en la vida de un boyscout y El marido de la alcaldesa, amén de un enfoque más ambicioso, en plan Felipe II ha vuelto.

Felipe II ha vuelto y Felipe González ha salido, pues escasean las alusiones al patriarca socialista. Ni se evoca el «Váyase señor González», aunque es cierto que Aznar cumplió a rajatabla, él, la promesa de irse transcurridas dos legislaturas.

No le disuadieron de continuar en el cargo Alfredo Urdaci ni los líderes internacionales. Entre ellos, Tony Blair, Durao Barroso y George Bush. ¿De qué me suenan? ¿Dónde los había visto juntos antes?

Ya me vendrá la memoria. Y ya le podría haber asistido a Aznar en su «autohagiográfico» relato. «Autohagiográfico» y hasta mitológico, pues el cuaderno azul adquiere la naturaleza de fenómeno ignífugo e impermeable. En caso de accidente aéreo no se buscaba la caja negra. Se buscaba el cuaderno azul.

Allí estaba escrito el nombre del sucesor. Tendría que haber sido Rato, de tal manera que la carambola de Rajoy viene a demostrar ahora cuanto ya sospechábamos sottovoce: nos está gobernando el que no era.

Se entiende el embarazo que suponía para Rajoy asistir a la presentación del libro. Un ex presidente en el estrado y un presidente suplente en el patio de butacas, aplaudiendo de oficio las desternillantes (¿?) anécdotas, de las mocedades de Aznar.

Que era un poco gamberro, ay Jose. Desafiaba a los profesores con su melena de cantautor progre. Vaya rechifla. Y compartía piso con Pío García Escudero y el ex ministro Aparicio. Qué juergas debían correrse jugando a la brisca y al Risk.

Aznar jura por Escrivá de Balaguer que nunca perteneció al Opus. Ni a los legionarios de Cristo. Ni a los legionarios a secas, aunque no es difícil imaginárselo de uniforme reconquistando Perejil. Acaso al Alba, con viento de poniente.

No voy a soportar el tiempo que falta para la publicación de la segunda parte. Y se me ocurren, desde el cariño, algunas posibilidades de título: El delirio, El rodillo, El anticiclón de las Azores.