El eco de la tribu

HACE UNOS días me llegó un manifiesto de intelectuales contra la independencia de Cataluña y lo firmé. No es que me considere intelectual, pero empezaba a echar en falta una iniciativa así. Desde el 11-S, todos los escritores, artistas, catedráticos de universidad, arquitectos, etc. (la peña, en fin), andaban desaparecidos. Era como si se los hubiera tragado la tierra. Al poco de firmar aquel manifiesto, se difundió un segundo, y a estas horas puede que haya entrado en el horno alguno más. La diferencia entre uno y otro estaba en las siglas políticas que los respaldaban. Lamentablemente, parece más importante lo que les separa que lo que une, pues de otro modo habrían firmado todos juntos y allá películas.

Doy por buena la explosión tardía de mentes pensantes, aunque frente a la unidad del bloque independentista, semejante atomización de intelectualidad no hace sino confundir a la parroquia. Ahora le toca mover ficha a Mas. Me pregunto dónde tiene el president a sus intelectuales tribales, esos pensadores orgánicos que durante tanto tiempo han permanecido ocupados haciendo estudios sobre els collons d'en Bamba o el ruc catalá. Tarde o temprano aparecerán, si Mas no los saca antes de su chistera. Haberlos, haylos, pues el espíritu de la tribu mueve más que la razón.

Durante casi dos meses, la única reacción a la fiebre independentista ha sido propugnada por el españolismo de cierta derecha faltona, malencarada, de dudosas concomitancias políticas (retiro lo de dudosas: clarísimas). Para muchos catalanes, esa derecha está representada en las tertulias de Madrid, donde también predican «madrileños» de la periferia. Esa es otra: entre el repertorio de sandeces con que nos obsequia el Govern está la de llamarnos «madrileños» (con cierta dosis de ironía en las comillas) a los catalanes expatriados, como si lleváramos un carné de castizos entre los dientes.

A lo nuestro. Yo no deseo la independencia para Cataluña, pero si la voluntad democrática de la mayoría así lo decide me tragaré todo lo que he dicho y haré una entrada triunfal en el Palace vestida de Pubilla. Mientras eso llega, felicito a los intelectuales catalanes por su coraje. Para ellos es un marronazo ir contra corriente en este momento de neurosis histórica.