Luces de un teatro sucio

Escena

'NATURALEZA MUERTA...'

Autor: Fausto Paravidino / Dirección: Adolfo Fernández / Escenografía: Ikerne Giménez / Escenario: T. Valle-Inclán

Calificación:

Estamos acostumbrados a hablar de cine negro y de novela negra; pero menos a referirnos a teatro negro, a no ser el teatro negro de Praga, que es otra cosa. Naturaleza muerta en una cuneta es una muestra de eso que, como género, no existe en España.

Y tiene todos los elementos del género con una crudeza inusual: un asesinato, un inspector fisgón y, en cierta medida, filósofo escéptico; soplones, inocentes, culpables, dolor, misterio y policías. Y el tráfico de prostitutas centroeuropeas a la fuerza.

Una joven muerta en una cuneta es una fascinación de la cual es muy difícil escapar. En los últimos textos que he leído, una muchacha con amistades peligrosas y enfrentada a la familia es una constante; tras la violencia de la droga y una soledad esencial, y detrás del crimen, siempre está la hipocresía de una familia rota y una sociedad maldita.

Proclamada pues mi adhesión a este texto de Fausto Paradivino -duro hasta la incomodidad y la náusea- proclamo la excelencia plural de un grupo de actores, exactos en los papeles principales y bien en los secundarios.

El eje argumental y actoral, es la madre (Sonia Almarcha) desconcertada, trágica y contrapunto de un padre atontado y de una hija amarrada al desorden. Fernández tiene más de detective privado que de inspector, lo que no justifica ciertas indecisiones y titubeos; el resto campa a sus anchas en una exhibición de desparpajo proteico. Estamos ante un realismo sucio, un teatro pobre con una escenografía pobre y abatible; un teatro que deja con el culo al aire la mentira de una sociedad y la sombrías verdades de sus códigos.