Para poner en forma a Bale

No es que yo esté dispuesta a morir en el curro como ese pobre becario de la City, que la palmó por no querer descansar, pero si hay que hacer horas extra de vez en cuando, se hacen.

– Doña Susi, coja lo imprescindible, que hay que terminar de poner en forma a Gareth Bale, antes de presentarlo a la gran familia blanca –me dijo mi don Florentino Pérez, que está de los nervios con esto del fichaje del delantero galés, aunque él crea que no se le nota.

Yo enseguida me puse a coger lo imprescindible: 15 cremas faciales, 18 cremas corporales, siete máscaras de pestañas, 21 lápices de labios, 12 perfumes, 10 vestidos de noche, otros tantos de cóctel, otros tantos de calle, 40 bikinis...

– ¡Le he dicho que coja lo imprescindible para darle un masaje a Bale, no para irse con él un mes de vacaciones a las Seychelles! –me gritó mi don Florentino, medio histérico, aunque él crea que no se le nota. Ese hombre debe de pensarse que una da masajes con la cara lavada y vestida de trapillo.

Luego, me puse a hacer mi tabla completa de ejercicios corporales: contorsiones decúbito prono, decúbito supino, cabeza arriba, cabeza abajo, sobre el costado izquierdo, sobre el costado derecho, de pie, de rodillas, en cuclillas, con luz, a oscuras…

– ¡Doña Susi! –bramó mi Florentino, completamente fuera de sí, aunque él crea que no se le nota– ¡Que el que tiene que estar en perfecta forma física es Bale, no usted!

Ya me olía yo que mi don Florentino no está muy al día de las últimas tendencias en materia de masajes corporales a futbolistas, cuando la masajista es chica. Igual se piensa que ha contratado de masajista a Manolo el del Bombo.

A continuación, me entregué a hacer una lista de botellas de champán, caviar, cojines mullidos, velas perfumadas... Y ya me estaba yo esperando el rugido de mi don Florentino, que seguramente no comprende el necesario proceso de recuperación de un futbolista después de uno de mis masajes, pero nada. Me asomé entonces al vestuario y allí estaba mi don Florentino decúbito prono, decúbito supino, cabeza arriba, cabeza abajo, sobre el costado izquierdo, sobre el costado derecho, de rodillas, en cuclillas… mientras mi Cristiano Ronaldo, mi Iker Casillas y mi Sergio Ramos le daban masajes de todos los colores y rugían:

– ¡Ese Bale no vale más que nosotros!

En ese ambiente no podía yo poner en plena forma a Bale. Así que llamé a las Seychelles, después llamé a Bale, y esperando estoy a que él encuentre un hueco en su agenda para ponerse incondicionalmente en mis manos.