El buen viaje

¿ES QUE en España no hay políticos? Es decir, gente que conozca bien a su gente, que ame el país, que conozca su difícil historia y tenga un cierto don de profecía para conocer la dureza de nuestras posibilidades… La política consiste en renunciar a la vida más personal e incrustarse en la colectiva, con los desengaños que no puede evitar y la generosidad que sí tiene nuestro pueblo cuando confía por instinto en alguien. Se dice que no tenemos suerte, como si la suerte es lo que dirigiera la política, la madre de los aciertos y la honestidad, lo que acompaña sin pausa el instinto de saber elegir… No la suerte de ser elegido, que es sólo brindar la ocasión de un sufrimiento, la negación de uno mismo, porque tiene que incorporarse y personificar el deseo colectivo después de intuirlo, contradiciendo con valor a veces las apariencias y suscitando en la gente una confianza verdadera, que sólo un carisma misterioso y tangible justifica. ¿No hay aquí algún político que sepa incorporar los deseos comunes, que coinciden más de lo que creemos a primera vista? Los deseos de esa mayoría que no es ciega y que, aunque sea a tientas, intuye su camino. Un pueblo sabe siempre si está bien gobernado. Y casi nunca yerra. Ahí está la tragedia del descarrilamiento.