«Cuando te preguntan qué harías si en tu país volviera a haber guerra… Me comería una paella y bajaría por las Ramblas de las Flores con los brazos extendidos hacia el cielo para que las primeras bombas mataran a un hombre que se ríe de las guerras y de los soldados». Esto escribió Manuel Vázquez Montalbán cuando aún había algún riesgo de que Cataluña fuera bombardeada. Hoy, ese riesgo ha desaparecido.
El otro día me hicieron una entrevista para la película que sobre Juana Biarnés está realizando un grupo de reporteros de TV3. Juanita fue compañera mía, la primera mujer fotoperiodista; en realidad, una periodista que hacía fotos sensacionales con una mirada joven, áurica, catalana.
El documental Una fotógrafa entre hombres, y además mesetarios, mostrará a una reportera prodigiosa. Durante la grabación les pegué unos capotazos a Jordi Rovira, Óscar Moreno y al documentalista Fran García para saber cómo veían lo de Cataluña y la posibilidad de que la farsa termine a garrotazos. Me dijeron que desde Madrid se patina sobre tópicos, que la independencia ya no está, como decimos en Madrid de memoria, en manos de la pequeña burguesía nacionalista, sino en la voluntad de emigrantes e hijos, como ellos mismos. «El proceso es pacífico, será pacífico, es una de las cosas que tenemos más claras».
Quedé con Jordi, Óscar y Fran en seguir hablando y ahora les pregunto qué queda de aquella Barcelona, «archivo de la cortesía» y albergue de los españoles del éxodo. Su buen rollo les impide recordar que Barcelona llegó a llamarse Ciudad de las Bombas. Me explican que esta vez la independencia va en serio y que no se parecerá en nada a las semanas trágicas con barricadas y pistolas. Hay problemas obreros, ERE, desahucios, recortes, despidos... pero la lucha obrera se une a la de los soberanistas.
La independencia será pacífica, pero los políticos que no están en la aventura ya no saben dónde poner las posas. Después de escraches, rotura de muebles en las sedes del PP, Ciutadans y PSC llegaron las amenazas: «Os liquidaremos a todos», «Vais a caer todos como Isabel Carrasco».
Anteayer apedrearon a la «puta España», interpretada por Cristóbal Montoro, en Vilanova i la Geltrú, ciudad donde nació Francesc Macià, aquel militar que llegó a la Presidencia de la Generalitat. El apedreamiento tiene la carga simbólica del suplicio islámico contra las adúlteras, o del castigo a los enemigos del pueblo prometido. Es un salto cualitativo, un paso más exaltado que el de los cristales rotos.