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Demasiado pronto

EL PERIODISMO es un oficio muy limitado. Su devoción por lo urgente le obliga a referirse a la actualidad, una serie de hechos ciertos (o incluso puede que inciertos), llamados noticias, a cuya coincidencia en el tiempo y el espacio se intenta atribuir algún sentido. La verdad, en minúscula y de forma precaria, llega con el tiempo, si hay suerte. Habrán oído hablar de la famosa respuesta de Zou Enlai. En 1972, Richard Nixon visitó Pekín y en una charla informal le preguntó al dirigente chino qué pensaba sobre la Revolución Francesa. «Es demasiado pronto para valorarla», respondió Enlai. Qué prudencia, ¿no? La frase ha pasado a la historia. Pero fue una confusión. Enlai entendió que Nixon se refería al entonces muy reciente Mayo del 68, y no a la revolución de 1789. Da igual, al periodismo eso le es bastante indiferente. Y las palabras «es demasiado pronto» emiten un aura de verdad.

A veces se considera que el periodismo recoge la historia cotidiana. Eso es así sólo en parte: su perspectiva va de hoy hacia el futuro, mientras que la del historiador es la contraria. Como ejemplo, lo que ocurre en Europa. Parece razonable pensar que el fenómeno político más profundo y trascendente de estos años, en este pequeño extremo de Eurasia, es el resurgir de los nacionalismos. En Francia ruge el sentimiento nacional, que acusa de traición al Estado y mira con creciente simpatía al lepenismo. En el Reino Unido, la cuestión escocesa se suma a una tradicional y vigorosa desconfianza inglesa hacia la Unión Europea. En España, los nacionalismos periféricos han causado ya reacciones del nacionalismo español (Vox y otras). ¿En qué acabará esto? No lo sabemos.

Con lo poco que tiene a su alcance y con esfuerzos a veces extraordinarios (como los de Javier Espinosa y otros que pagan muy cara su dedicación a este oficio), el periodismo no puede explicar la verdad ni escribir la historia. Su misión consiste en trabajar sobre hechos ciertos para examinar al poder, que siempre abusa; para mostrar a la sociedad una instantánea de sí misma; para ampliar los límites de la libertad.

El hombre que dirige este periódico es un periodista extraordinario. A veces contradictorio e incoherente, mucho más interesado en vender diarios que en dar ejemplo de comportamiento ético, obstinado en la investigación incluso cuando yerra (como en la mayor parte del 11-M), mucho más fiel a la libertad que al orden. Se va el domingo. Como dijo Enlai, es demasiado pronto para valorar el acontecimiento. Pero en algún momento habrá que hacerlo, y decidir en consecuencia.