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  • Federico Jimenez Losantos

Volver al 77

POR ESOS caprichos de los números, Don Juan Carlos, cumplidos los 75 años, echa de menos el año 75 del siglo pasado, cuando murió Franco y él le sucedió «a título de Rey» como Jefe del Estado y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Pero lo que le haría ilusión de verdad es volver al 77, cuando Adolfo Suárez, hechura suya, con guión de Torcuato Fernández Miranda, logró un apoyo popular abrumador en el referéndum para la Reforma Política, derrotó al antifranquismo y llevó a cabo unas elecciones generales democráticas, con el PCE legalizado tras aceptar la monarquía y la bandera nacional. El mundo, que nos creía caníbales, nos miró pasmado.

El 77 es realmente el comienzo de la democracia en España, porque las elecciones en la II República fueron una sucesión de pucherazos y cantazos, con una parte de la derecha y casi toda la izquierda negando legitimidad a las urnas cuando les eran adversas. En el 77 se acepta el triunfo de UCD, que en el fondo convenía al PCE y al PSOE, y esa es la gran novedad. No es que inaugure en España la libertad política, que nace de la tradición romana y cristiana que refunda España en la Reconquista y que siempre es un anhelo de dignidad individual e igualdad ante la Ley. En Castilla, tierra de frontera, ser omes livres era un modo de vivir y luchar, con la espada junto al arado, por si los moros. La Constitución de Cádiz rememora esa tradición de la limitación de poderes, empezando por el control del gasto público. O sea, que libertad siempre ha habido o se ha buscado. Democracia, no. Y ese fue el milagro del 77. Pero el recuerdo y el temor a la Guerra Civil no son recuperables. El primer valor de la Transición fue el miedo. El segundo, la esperanza. El Rey teme al tiempo y al paro. Es natural. ¿Y la esperanza? ¿La traen los sindicatos y la CEOE? ¿El bufete de Miquel Roca, que se turna con La Zarzuela en sus ataques al juez Castro? Olvídese de su empleo. ¿Qué piensa hacer el Rey ante la secesión catalana?

En Volver a los 17 cantaba Violeta Parra: «Mi paso retrocedido cuando el de ustedes avanza; / el arco de las alianzas ha penetrado en mi nido». Esto es lo que recordaría el sociata Sacaluga. Pero también dice: «Volver a los diecisiete / después de vivir un siglo / es como descifrar signos / sin ser sabio competente». Vamos, totalmente inútil.