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  • Fernando Sanchez Drago

Ciudadanía

ME EXASPERA esa expresión, de la que usan y abusan todos los tertulianos, los manifestantes, las pasionarias al modo de la Colau, la Talegón o la Candela, los locutores, las locutrices y, por supuesto, los políticos. Es un flatus vocis similar a aquél en el que incurren quienes hablan del pueblo o quienes dicen, como a menudo lo hace el Rey, todos los españoles. ¿Todos? Según, según… A mí, por ejemplo, me la sopla que nuestra selección gane un partido de fútbol. Ya sé que soy rarito, pero eso no origina pérdida de nacionalidad. ¿Son conscientes las personas citadas de que al atribuir a la ciudadanía los latiguillos que salen de su boca están zanjando una de las más viejas y arduas cuestiones de la filosofía? Fue Zenón de Elea quien planteó la famosa «aporía sorites»: ¿cuántos granos de trigo se necesitan para formar un montón? No es pregunta baladí. Con ella, según Aristóteles, vino al mundo la dialéctica o técnica de argumentación que permite refutar las teorías de los adversarios demostrando que conducen a paradojas: la de Aquiles y la tortuga o la del citado montón de trigo. Y en eso llegan la Talegón, la Colau o cualquier otro demagogo de guardia, se arrogan la representación de la ciudadanía -vale decir: de la totalidad de los ciudadanos, incluyéndome a mí, que estoy en contra de sus propuestas, pero que ciudadano, a mi pesar, soy- y resuelven en un pispás lo que ni Zenón ni Aristóteles consiguieron resolver tras sesudas reflexiones. ¿Que cien antitaurinos se pintarrajean de sangre el cuerpo en la explanada de Las Ventas? ¡Pues hale! La ciudadanía desea que se prohíban los toros. ¿Que mil personas se enfundan una bata blanca y se van a la Puerta del Sol a vociferar mientras cinco millones de madrileños siguen en sus asuntos? ¡Pues hale! La ciudadanía se opone a las medidas de supuesta privatización sanitaria adoptadas por el gobierno de la Comunidad. Y así hasta todas y cada una de las treinta y tantas mil manifestaciones que en el último año han estrangulado la economía del país y han puesto patas arriba la quietud de sus calles. Descanse Zenón en paz. Por fin sabemos cuántos granos de trigo se necesitan para formar un montón. Una golondrina no hace verano, pero dos o tres, según los demagogos, sí. Doctrina Colau, doctrina Talegón: la nouvelle philosophie, que además de peripatética, como la de Aristóteles, es patética. Sus voces y sus coces son las de la ciudadasnía, con ese de tertuliasnos y orejeras de borrico.