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  • Salvador Sostres

Esperanza

RAJOY NO sirve, estorba y tiene que apartarse. Ni su actitud es la correcta, ni su presunto liderazgo levanta el ánimo de un país desesperado, ni sus medidas son las adecuadas ni pueden de hecho, de tan insignificantes, considerarse medidas.

El presidente del Gobierno ha demostrado que no está a la altura de las circunstancias. Pidió una oportunidad y le fue concedida. Pero no la ha sabido aprovechar, y aunque el reto era complicado su incompetencia ha sido colosal. Menudo paquete nos legó Aznar.

Podría Rajoy salvar la cara y la dignidad, si aceptara su fracaso y por el bien común dejara paso a ideas nuevas y a líderes capaces de encarnarlas.

Sólo hay en España una persona lo suficientemente inteligente y lo suficientemente valiente para liderar la superación del Estado socialdemócrata y paternalista, de almas adormecidas por el subsidio y el convenio; y convertirnos de una vez en un Estado moderno de personas libres y responsables de su libertad.

Sólo Esperanza Aguirre tiene claro que el problema es el intervencionismo y que la solución es la libertad. Sólo ella ha sido capaz de enfrentarse a los sindicatos y a la paralizante injusticia de lo igualitario. Sólo ella tiene un sentido del honor suficientemente educado para comprometerse de verdad con las ideas que siempre y sin excepción han beneficiado a la Humanidad.

Sólo ella es suficientemente inteligente, suficientemente valiente y suficientemente rica para no caer en miserias electoralistas, para hacer el trabajo aunque sea duro y para tomar riesgos aunque estos riesgos se la puedan llevar por delante. España necesita ser liderada por alguien audaz y brillante, capaz de inspirarnos.

Rajoy es el triunfo de la mediocridad, de la cobardía torpemente disfrazada de prudencia, y su tono inoportuno y pastoso augura siempre lo peor. No sirve, no sabe, no puede. La calidad de su política es equiparable al analfabeto que firma con una equis su carné de identidad.

España no necesita estabilidad porque no tiene ningún sentido estar estables en el hundimiento, que es lo que con Rajoy tenemos. Necesitamos reaccionar, refundar el Estado anacrónico y colapsado, saber en qué idea nos basamos, a qué sueño adscribimos nuestras vidas y para qué tenemos que levantarnos cada mañana y luchar hasta que lo consigamos.