El PP baja 5,5 puntos pero el PSOE sólo sube 4 décimas

IU, que aumenta 2,4 puntos, y UPyD, que crece 2,1, se benefician del descrédito de las opciones mayoritarias

El 47% tiene una opinión 'mala' o 'muy mala' del Gobierno y ni Rajoy ni ningún otro dirigente político obtienen el aprobado

Un abrumador 92% reclama que se constituya en el Parlamento una comisión de investigación sobre Bankia

Cinco puntos y medio de caída tras cinco meses y medio de gobierno. El Partido Popular está pagando un alto precio político por gestionar la crisis y está perdiendo sus apoyos electorales a razón de un punto al mes, según los datos del sondeo elaborado por Sigma Dos para EL MUNDO. Pero esa sangría en la intención de voto al PP no la recoge el Partido Socialista, que sólo incrementa su respaldo entre los votantes en unas escuálidas cuatro décimas. Son las formaciones menores situadas en los flancos de los dos grandes partidos las que se benefician electoralmente del claro descontento de los españoles.

En el espectro ideológico próximo al PSOE, es IU la que se beneficia de la crítica de los electores de izquierda con la gestión del Gobierno pero también, a tenor de los datos, con la estrategia política de los socialistas. Probablemente esta negativa a elegir al PSOE como refugio del descontento del votante considerado progresista tenga que ver con el comportamiento de este partido ante la crisis, cuando hasta hace seis meses tuvo la responsabilidad de gobernar.

Todo eso puede explicar los casi dos puntos y medio (2,4) que sube Izquierda Unida en intención de voto -lo que equivale a un incremento del 30% respecto de los apoyos obtenidos en las últimas elecciones generales- y las casi irrelevantes cuatro décimas que el principal partido de la oposición consigue arañar a la abultada pérdida del PP.

Por lo que se refiere al ámbito ideológico del centro derecha, UPyD experimenta a su vez un notable incremento de apoyos: 2,1% de subida, lo cual supone aumentar en casi una tercera parte el porcentaje de votos obtenido en los comicios del 20 de noviembre. El partido de Rosa Díez recoge probablemente a una parte de los votantes que ha abandonado tanto a populares como a socialistas.

El sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO se realizó en el epicentro temporal de la crisis: entre el 12 y el 14 de junio. Es decir, en los días en que los españoles comprobaron con angustia cómo el anuncio de un rescate a la banca española por parte de Bruselas no estaba teniendo el más mínimo efecto positivo ni en la prima de riesgo, que horas más tarde llegó a rondar el máximo histórico de los 550 puntos, ni en la rentabilidad de la deuda, que alcanzó el temido 7%.

Son ese desconcierto y el pesimismo ante el futuro que lo acompaña los que se traducen en la pérdida de esos 5,5 puntos del partido en el Gobierno. La amplísima mayoría absoluta que obtuvo el PP en las elecciones estaba apuntalada por la esperanza de que, con la enorme solidez parlamentaria otorgada, Rajoy podría sacar a España del atolladero. No ha sido así hasta ahora, y la respuesta está en los datos del sondeo.

Nunca en la historia de la democracia un gobierno ha visto cómo perdía tantos apoyos en tan poco tiempo. Desde luego, no le sucedió a Zapatero que, después de haber ganado las elecciones de 2004 bajo el shock por los atentados del 11-M, con 192 muertos y miles de heridos, obtuvo durante casi toda la legislatura un cómodo respaldo popular. Aunque se quedó a 11 escaños de la mayoría absoluta, sus pactos con los nacionalistas le garantizaron la tranquilidad. Pero, inmediatamente después de tomar posesión, Zapatero anunció la retirada de las tropas españolas de Irak, y eso le valió el aplauso de la opinión pública.

Y así sucedió que, a los seis meses de su llegada al poder, el PSOE incluso subió en la intención de voto: casi dos puntos (1,7%) de incremento.

Tampoco Aznar sufrió la hemorragia de apoyo electoral que hoy afecta al Gobierno. Y eso que en 1996, cuando ganó por primera vez las elecciones, partía de una situación parlamentaria mucho más frágil que la que tiene ahora mismo Rajoy.

Fue cuando Alfonso Guerra describió los resultados electorales como «una amarga victoria, una dulce derrota». Con una mayoría insuficiente para gobernar de forma estable (156 diputados) y después de que se hicieran apuestas sobre el tiempo que el líder del PP tardaría en tirar la toalla y renunciar a formar gobierno, Aznar logró firmar acuerdos con CiU y PNV y salió adelante.

Seis meses después de haber tomado posesión, la pérdida en la intención de voto registrada en los sondeos era de 1,7 puntos. En esos momentos, España estaba saliendo de la crisis de 1993 y la apuesta no era cómo sobrevivir, sino cómo lograr que la economía española estuviera en el club de los países que iban a entrar en el euro. Aznar lo consiguió y en 2000 fue recompensado por los electores con una holgada mayoría absoluta de 183 diputados. Tres menos, en cualquier caso, que los que hoy tiene Mariano Rajoy.

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