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Rajoy se apareció en carne mortal

EL CLAMOR digital ante la ausencia el sábado de Mariano Rajoy para explicar el rescate europeo hizo reflexionar al presidente del Gobierno. Así es que zafándose de la dictablanda de Pedro Arriola, partidario de mantener al líder en el más allá, decidió aparecerse en carne mortal ante los españoles.

Y estuvo bien. Igual que Zapatero se negaba a hablar de crisis, Rajoy no quiere que le mencionen la bicha del rescate. Eufemismos aparte, es cierto que el maná de 100.000 millones de euros derramados sobre España es una forma suave de rescatar del colapso a nuestra economía. Está claro que Mariano Rajoy ha evitado la intervención a la que nos conducía la herencia zapatética. El descarnado rescate hubiera provocado la inevitable dimisión del presidente y la convocatoria de elecciones. Gracias a las reformas laborales y a la inteligente gestión europea de Guindos solo nos hemos tenido que tragar el menos malo de los males. En resumen, Europa nos ha abierto una línea de crédito que bien gestionada devolverá a la circulación económica la sangre de los préstamos. Eso permitirá respirar a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas. Ciertamente, los mastines del paro siguen aullando entre los tobillos de España pero por fin se abre un horizonte cierto de recuperación del empleo.

Por culpa de los que le aconsejaron mal, Mariano Rajoy ha malbaratado una parte del capital político acumulado en las elecciones del 20-N. Hoy está claro lo que Gregorio Marañón escribió el pasado mes de octubre. El presidente que gane las elecciones, afirmaba el ilustre jurista, debería llegar a un consenso con el jefe de la oposición. Si Rajoy hubiera acordado un pacto de Estado con Rubalcaba durante el mes de diciembre, si lo hubiera presentado en enero en una acción económica conjunta con el PSOE, olvidando la victoria arrolladora que Arriola predecía en Andalucía, otra sería la situación ahora. Menos mal que el presidente no es de los políticos que lloran sobre la leche derramada. Es hombre tenaz y ha empezado a enderezar las cosas, tras dejarse jirones de prestigio en las alambradas de la crisis económica.

Ah, se apareció Mariano Rajoy en carne mortal y es verdad que, desde el altar de Moncloa, explicó de forma convincente las cosas. Pero no cantó la palinodia. Esa se la van a hacer cantar los jueces. El rescate de los 100.000 millones de euros no llega por los errores o la mala gestión de la Banca. Los banqueros españoles han situado a nuestros Bancos entre los más sanos y solventes del mundo. El torrente de los euros que Europa nos presta ahora, y que hay que devolver, se ha producido por los errores de gestión de los políticos y los sindicalistas en una buena parte de las Cajas. Son los políticos del PP, del PSOE, de IU y de CiU, así como los sindicalistas de CCOO y UGT, los que con su tórpida actuación y su tendencia invencible al despilfarro y al abuso han convertido a una buena parte de las Cajas en agujeros imposibles de taponar. «Nosotros los políticos -debió decir Mariano Rajoy en su aparición monclovita- y nuestros amigos subvencionados, los sindicalistas, somos los que nos hemos equivocado al gestionar las Cajas pues nos hemos dedicado a colocar en ellas a parientes y paniaguados, hemos concedido créditos innumerables sin suficientes avales a nuestros amiguetes y a las más pintorescas fundaciones y asociaciones. Hemos sometido también a las Cajas a la desmesura de indemnizaciones y jubilaciones escandalosas y al gasto desaforado en edificios de suntuosidad palaciega».

Mariano Rajoy no dijo nada de esto. Calló como un rabiza, a pesar de lo cual hay que aplaudirle por atender al clamor digital y explicar personalmente a la opinión pública la situación con palabras que resultaron razonables y convincentes. Ahora el presidente deberá hacer camino al andar.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.