• Sala de columnas
  • Pedro Cuartango

El verdadero pacto de Estado

FUE Sigmund Freud quien acuñó el concepto de represión como una experiencia que está profundamente enterrada en el inconsciente y que nuestro ego consciente se niega a revivir.

Hay que recurrir a mecanismos freudianos para entender la negativa del PP y del PSOE a investigar lo que ha sucedido en el pasado y esclarecer las responsabilidades de quienes han generado la crisis por la que atraviesa el país.

Los dos grandes partidos no coinciden ni en el diagnóstico de la situación ni en las causas que la han provocado ni en los remedios que hay que aplicar. Pero existe una absoluta comunión de puntos de vista en algo sustancial: su rechazo a examinar un pasado que ha quedado profundamente reprimido en la psique de nuestros dirigentes. El último viernes, el PP se negó a aceptar las comparecencias de Rato, Blesa y Fernández Ordóñez en el Congreso, decisión que el PSOE aceptó sin rechistar. Ni uno ni otro partido están a favor de crear una comisión parlamentaria de investigación sobre Bankia pese a que ya saben que la aportación del Estado a la entidad será -incluyendo el préstamo de 4.500 millones ya capitalizado- de unos 12.000 millones de euros.

El mismo día en que el Consejo de Ministros aprobaba el anteproyecto de la llamada Ley de Transparencia, que es una declaración de bellos principios sin ningún contenido real, el PP se negaba a cualquier intento serio que permita indagar las responsabilidades de una gestión que ha dejado un agujero descomunal y en la que hay abundantes indicios de corrupción.

Si la Fiscalía quiere de verdad investigar, podría empezar por el crédito no devuelto de 1.000 millones de euros a la inmobiliaria de Fernando Martín, con el que algunos directivos de Cajamadrid mantenían una estrecha vinculación.

Las cajas -y muy en concreto Bankia- no sólo han servido para financiar a los partidos -muchas veces, patrocinando actividades o pagando sus gastos- sino además para enriquecer a sus gestores, colocar a sus parientes y financiar todo tipo de operaciones especulativas. Dicho con una metáfora, son una verdadera caja negra en la que han quedado los rastros de la corrupción de los partidos y la clase política.

Eso lo saben Rajoy y Rubalcaba y, por ello, jamás aceptarán una investigación a fondo que saque a la luz los entresijos ocultos de las cajas, que dejarían en evidencia la laxitud moral de sus barones y su falta de escrúpulos en el manejo del dinero público. Esa historia de saqueo, especulación, lucro ilegal y tráfico de favores debe quedar enterrada para siempre en el inconsciente colectivo, no debe ser explicitada ni contada y, por tanto, jamás debe ser investigada. En eso el PSOE y el PP, junto a los sindicatos, están totalmente de acuerdo. Ése es su gran pacto de Estado.

Lo reprimido está tan hondamente enterrado que ni siquiera puede ser mencionado. A esto juegan los dos grandes partidos mientras nos piden más sacrificios.