DIARIO DE UN "GRAPO" ARREPENTIDO

«Matar a alguien no es sencillo... Tengo que convivir con los muertos, con las pesadillas... Pido perdón». Adelanto de las memorias del secuestrador de Publio Cordón

Silva Sande, de 58 años, ha cumplido más de 26 en prisión. / POOL

Apretar el gatillo, matar a alguien, no es sencillo, pasa como una alucinación, como si no estuvieses allí realmente, luego te arroparán los otros, para ayudarte a pasar el trago, bromeando y contando anécdotas. En fin, para que no enfríes, para que no pienses»... «Los hechos causados no se pueden cambiar, pero quisiera pedir perdón y disculparme por el daño y el dolor causado».

El ex jefe militar del Grapo, Fernando Silva Sande, no para de escribir desde la cárcel. Ya lleva cumplidos más de 26 años por varios asesinatos, secuestros, atracos y la desaparición en 1995 del empresario Publio Cordón. Su propósito es que sean las memorias de un terrorista arrepentido (renunció a los Grapo en el año 2000). Quizás un libro en un futuro. Crónica ha tenido acceso al manuscrito de ese borrador. Como si de un psicoanálisis se tratara -no en vano está matriculado en la carrera de Psicología-, el otrora implacable Silva Sande vomita bilis sobre su pasado y pide perdón a sus víctimas. Extractamos algunos pasajes de su mea culpa.

LOS MUERTOS. «Tengo que convivir con los muertos, propios y ajenos. De vez en cuando nos vienen a visitar algunos de sus fantasmas para recordarnos que están ahí. Aceptarlo no es fácil, pero es asumiéndolo como un hecho irreversible la única manera de sobrellevarlo»... «Dictadura y terrorismo conforman un binomio que se nutren y justifican mutuamente. Aun así puede ser comprensible que se produzcan actos de violencia y atentados contra la dictadura. Pero seguir en democracia [con el terrorismo] es ya la inercia del psicópata».

[Silva Sande es uno de los terroristas españoles que ha optado por la reinserción, se ha acogido a lo que hoy se conoce como «vía Nanclares» y ha solicitado a la Audiencia Nacional «resarcir a las víctimas económicamente con el trabajo remunerado que tengo en la cárcel». Tiene pendiente un par de juicios y no sabe en qué año podrá salir de la cárcel, pero confía en poder disfrutar, al menos, de algún permiso].

PRIMEROS TIROS. «De jovencito se pone menos cuesta arriba disparar que cuando eres más mayor, que andas buscando siempre excusas para no tener que hacerlo y se hace necesario reforzar el adoctrinamiento y la fe. Aún así, de la alucinación se pasa al pánico, en plena acción (lo que lleva muchas veces al fracaso de la acción) y luego vienen las pesadillas, que ya no te abandonan ni despierto. La evangelización no calma los demonios internos y se busca ayuda, como hacen los marineros y mercenarios, en el alcohol y en el sexo».

«Hay una falsa imagen del terrorista calculador y frío […] El terrorista de a pie suele ser un saco de nervios, al menos cuantos he conocido. Son fanáticos fáciles de manipular y que sin la fe en la secta y en sus líderes serían incapaces de cometer las atrocidades que cometen. Al menos a mí y a todos los que he conocido les costaba mucho ir a la acción. Tenían que amarse de valor, algunos con la ayuda de una copita, y darse ánimos mutuamente».

«El general Villaescusa se defendió como un león […] Cuando ya estaba metido en otro coche, que conducía yo, continuaba forcejeando en el asiento de atrás con Chomón». [En 1977 Silva participó en el secuestro del general Emilio Villaescusa, presidente del Consejo Superior de Justicia Militar, y en el asesinato de cuatro miembros de las Fuerzas de Seguridad].

«Cuando la extrema derecha asesinó a los abogados laboralistas de la calle Atocha, me tocó ir a reforzar los dos comandos que en respuesta asesinarían a dos policías y a dos guardias civiles. Comandos formados por Cerdán Calixto, Abelardo Colazo, Gil Araujo, Olegario Sánchez, Torrijos y yo mismo. Entonces tenía 22 años y andaba a caballo entre Madrid y Barcelona».

SEXO Y ALCOHOL. «Quiero hablar, también, de sexo y no tanto de amor [...] El sexo tiene, sin duda, importancia en la vida de un terrorista y mucha, sobre todo en los momentos o épocas de mayor tensión en que se consume sexo como una droga, casi a destajo y con prisa, pero con la cabeza en otra parte y así, claro está, no se puede degustar ni disfrutar a fondo. Con todo, el sexo suele ser lo único, a menudo, que hace mantenerse y aguantar, sobre todo cuando la fe no es suficiente […] en el mundo terrorista, el sexo es y será un sucedáneo». [El sexo está muy presente en las memorias. Da la sensación de que es la única droga o recurso del terrorista para aliviar sus contradicciones y remordimientos].

EL AMOR. «Maribel murió en mis brazos. Apenas le quedaba un soplo de vida y empleó esos segundos para sonreírme. Me dejó una sonrisa que llevo grabada y llevaré siempre en mi memoria. La explosión accidental de tres bombas a la vez había sido tan brutal que dejó un escenario tremendo, espeluznante de cuerpos destrozados, alguno todavía ardiendo, un espectáculo terrorífico que es imposible olvidar. Pasé mucho tiempo sin poder probar la carne, su visión me recordaba el olor a carne humana chamuscada de aquella dramática escena». [Silva Sande asesinó, pero también amó. Le ocurrió con Maribel, su compañera en la banda].

LA MATERNIDAD. «Lo que no acababa de asumir Encarni era lo de renunciar a ser madre. Acataba la norma de no tener hijos, pero en su interior se rebelaba contra esa aberrante imposición o prohibición. Alguna vez lo hemos comentado los dos: "Los hombres", me decía ella con cierta amargura, "no tenéis ni idea de lo que es renunciar a ser madre. Vosotros no podéis saber lo que significa para nosotras renunciar a tener hijos"».

LA SECTA. «El de los terroristas es un mensaje para desesperados de la vida, que siempre queda alguno suelto. El terrorista se siente víctima, es dado a culpar al mundo entero de sus males que, en todo caso, él solito se ha buscado. Y como sus fantásticos análisis no se cumplen, lo achacará a la inmadurez política de las masas, que estarían siendo tentadas por el consumismo capitalista y por la influencia de la ideología burguesa. Claro que, puestos a elegir entre consumismo y el apocalipsis revolucionario…».

«Resulta absurdo y aberrante oír hablar a teóricos del terrorismo de derechos humanos y de democracia. Esto no le choca al militante de la secta porque está en el limbo del delirio. La fe se encarga, en todo caso, de mostrar lo blanco de lo negro e incluso de ver en el energúmeno del jefe de turno encarnada la mejor persona y la más brillante del mundo». [Hay un profundo y detallado análisis sobre el líder, Manuel Pérez Martínez, comandante Arenas en los Grapo. Según Silva Sande, era un dictador y manejaba la organización como una secta].

LA FUGA. «30 de mayo de 1992. Llovía a mares en Granada. Esto iba a facilitar mucho mis planes. La lluvia amortiguaba los ruidos y seguramente disminuiría la vigilancia… el día anterior había acabado de perforar el muro. Llevaba escarbándolo unos seis meses, las herramientas tampoco eran muy allá (un listón metálico de sujeción del cristal de la ventana). Había logrado horadar el ancho muro (de alrededor de un metro de espesor) dejando sólo una fina capa de la parte exterior […] La parte interior del butrón estaba disimulada por los azulejos que volvía a colocar con pasta dentífrica […] Había calculado mal la anchura del butrón […] pasó que con los nervios el cuerpo tiende a hincharse. Algo que conocen muy bien los mineros […] Finalmente, logré desatascarme, eso sí, dejando alguna tira de piel de mi espalda en el agujero. Un recuerdo del que conservo las marcas».

¿EL FUTURO?«Últimamente, la soledad es mi compañera de cada día. De vez en cuando me visita algún fantasma, somos viejos amigos o compañeros de viaje. A día de hoy hay muy poquitas cosas a las que conceda importancia. Ni tengo gran cosa que perder en este mundo (y en el otro no creo), salvo el tiempo, que es de lo único que dispongo en abundancia, pero tampoco es cosa de derrocharlo ni malgastarlo en quimeras. A eso ya he dedicado más de 30 años de mi vida, que se dice pronto, para finalmente, volver al mismo sitio, que ya no es el mismo. Todo ha cambiado, incluso yo. En realidad, estoy redescubriendo tantas cosas que, a veces, me desbordan, pero no me preocupo, me dejo ir sin prisas». [Futuro es una palabra, un concepto, un pensamiento que no aparece].

PUBLIO CORDÓN. «No espero que las víctimas o sus familiares me perdonen nada. No creo que deba esperar nada semejante. Sencillamente, la petición de perdón que hice era más una necesidad personal y, ante todo, un reconocimiento del daño y dolor causado por la acción bárbara y absurda del terrorismo en que estuve involucrado. Creo que le debo ese reconocimiento». [En las memorias falta un capítulo importante: el secuestro, desaparición y muerte de Publio Cordón. El ex terrorista fue condenado a 28 años de cárcel por ese caso. El cuerpo del empresario nunca apareció].

MI TERAPIA. «Desde hace unos años que comenzó el viraje de mi vida, el escribir se ha convertido en una necesidad, en una terapia […] Pero lo de escribir algo parecido a un libro ha sido idea de mi querida abogada, Natalia Crespo».

[...] «El otro día le comentaba a un amigo que ya no sé si estoy al final de un camino o al comienzo de uno nuevo […] La verdad es que he llegado a un punto en que me da un poco igual todo, he comenzado escribiendo con ilusión y ganas, pero ahora mismo me encuentro en una situación de vacío o como un náufrago sin tabla. Quizás exista esa tabla, pero no la veo».