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  • Pedro Cuartango

FRANCISCO CAMPS / O. J. SIMPSON

No culpables

Aunque el PP ha acogido con bastante prudencia el veredicto sobre Francisco Camps, no han faltado voces que exigen una reparación para el que señalan como víctima de una conjura para apartarle del cargo.

Es fácil responder a quienes así opinan porque es evidente que el fallo judicial no le exime a Camps de sus responsabilidades políticas por rodearse de malas compañías.

Pero es que Camps no ha sido declarado «inocente» por el jurado, que lo que ha considerado «no culpable». Escuché con atención la lectura de las consideraciones de ese jurado en las que quedaba claro que no se le condenaba por haber una duda racional sobre si había pagado o no los trajes.

Lo que dijo su portavoz es que se le aplicaba el principio de in dubio pro reo al no haberse podido probar, debido a la existencia de testimonios contradictorios, que no había pagado las prendas. Eso es muy diferente a ser declarado inocente, que significa que uno no ha cometido aquello de lo que se le acusa.

El derecho anglosajón, según mi querido amigo Manuel Conthe, llama a este tipo de sentencias not proven o veredicto bastardo porque no es ni una absolución plena ni una condena.

Hay un precedente muy conocido de este tipo de sentencia judicial: el que se produjo en el caso de O. J. Simpson, el famoso ex jugador de fútbol americano. Como muchos recordarán por su impacto mediático, O. J. Simpson fue declarado en 1995 «no culpable» por un jurado popular de la acusación de haber asesinado a su mujer y su amante.

Había sólidos indicios de su culpabilidad, pero la investigación policial fue irregular. El abogado de Simpson realizó una defensa magistral y logró que el jurado dictara un veredicto de «no culpable».

Dos años más tarde, O. J. Simpson fue de nuevo juzgado por un procedimiento civil y condenado a pagar 33 millones de dólares a las familias de las víctimas. Esto no es posible judicialmente en España, pero el ejemplo sirve para ilustrar cómo, a veces, es difícil hacer justicia cuando un jurado tiene que examinar hechos complejos y discernir la veracidad de los alegatos de abogados que se saben el oficio.

No faltará quien argumente que el ex presidente valenciano tiene derecho a ser considerado inocente al no haberse probado su culpabilidad. Este razonamiento sólo vale para el ámbito penal, pero no para el político porque Camps nunca ha dado una explicación convicente de su conducta y además tiene asuntos pendientes con la Justicia como la eventual financiación ilegal de su partido en Valencia.

Rubalcaba tenía mucha razón cuando dijo que, si el PP cree que Camps es ejemplar, que lo restablezca en el cargo. Pero no lo es. Sigue siendo un político bajo sospecha y un gestor que ha dejado una herencia nefasta a su sucesor. Por ello, no debería volver jamás a desempeñar cargos públicos.