Bruselas activa la asfixia a Irán

Los Veintisiete aprueban hoy un histórico embargo de petróleo, que entrará en vigor en julio para que España, Italia y Grecia busquen suministros alternativos

El ejército de la República Islámica iraní lanza un misil 'Qader' durante el simulacro del bloqueo del estratégico Estrecho de Ormuz. / EBRAHIM NOROUZI / REUTERS

La Unión Europea cumplirá hoy con sus amenazas a Irán y aprobará un embargo de petróleo que, casi con toda probabilidad, entrará en vigor el próximo 1 de julio. La fecha elegida no es por casualidad. Los ministros de Exteriores de los Veintisiete han optado por conceder un periodo razonable de moratoria para evitar que la respuesta política al programa nuclear iraní se convierta en un arma de doble filo que complique la maltrecha economía del Viejo Continente.

Irán es uno de los principales suministradores de crudo de un buen número de países europeos, entre ellos España, que recibe de este país el 14% del petróleo que consume. También Italia y Grecia tienen una especial dependencia del poder energético de la República Islámica y fueron estos tres países quienes, el pasado mes de diciembre, lograron posponer las sanciones y el embargo energético. Fuentes comunitarias confirman que en este periodo Madrid ha hecho sus deberes y ha negociado otras fuentes de suministro para evitar que el embargo al crudo iraní acabe incrementando el precio de la energía y, con él, el coste de la actividad diaria de millones de hogares españoles.

En todo caso, España no es el socio comunitario con una posición más comprometida ante esta nueva sanción. Grecia, un país al borde de la quiebra, utiliza a Irán como principal suministrador porque es uno de los pocos que le permite pagar a crédito, con un plazo de 60 días desde el momento en que recibe el oro negro. En la UE son conscientes de que el Gobierno de Lukas Papadimos -que ha pedido retrasar el embargo hasta el próximo mes de octubre- tendrá difícil encontrar otro productor que le venda el crudo en condiciones tan ventajosas.

Por eso, los titulares de Exteriores de la Unión van a aprobar una cláusula de revisión para que, antes de mayo, se analice el impacto de esta medida sobre la economía helena, asistida por sus socios del euro desde hace casi dos años.

La estrategia finalmente adoptada parece por tanto un acuerdo a medio camino entre la presión de Grecia para retrasar todo lo posible las sanciones y la posición de Reino Unido, Francia y Alemania, los tres grandes de la UE, que apostaban porque el embargo entrase en vigor no más tarde de mayo.

Se trata de una sanción sin precedentes, porque cortará de golpe los 450.000 barriles diarios que Irán vende a la UE (un 18% del total de las exportaciones). Este país recibe el 80% de sus ingresos del crudo y es el segundo mayor productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Además, la UE va a acompañar esta sanción con un bloqueo parcial al banco central iraní, aunque permitirá que se sigan efectuando transacciones entre ambas zonas cuando se trate de actividades comerciales ajenas al sector energético. Estas medidas refuerzan las adoptadas en la última reunión de los jefes de la diplomacia europea en diciembre, cuando se aprobó sancionar a 180 empresas y personalidades vinculadas al régimen de los ayatolás, a las que se les han congelado sus activos y prohibido entrar en territorio comunitario. Estos sujetos están ligados directamente con la fabricación de material nuclear o pertenecen a las fuerzas armadas iraníes.

La UE ha optado por esta drástica respuesta como medida de presión para que el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad frene su programa nuclear de carácter militar, después del informe elaborado por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). El último texto, de principios de noviembre, revelaba que el enriquecimiento de uranio ya sobrepasa el 20%, una evidencia de que podría no tener como fin el uso civil sino la fabricación de armas nucleares.

Sin embargo, al mismo tiempo que llegan las sanciones, la comunidad internacional quiere seguir utilizando la vía diplomática para disuadir al régimen de Teherán. La Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, envió el pasado viernes una carta en nombre del grupo E3+3 -formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EEUU, Reino Unido, Rusia, China y Francia) más Alemania-, en la que se opta por restablecer el diálogo con Irán, siempre y cuando su Gobierno dé muestras de aparcar su programa nuclear.

Estas vías pretenden evitar un conflicto armado que podría tener consecuencias inimaginables. Israel, el principal socio de Estados Unidos en Oriente Próximo, cree que las sanciones económicas no son suficientes y que sería necesario un ataque militar. En Europa, sin embargo, los líderes políticos coinciden con Estados Unidos en que la acción armada contra Teherán sería la última y peor opción. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, acaba de mostrar su convicción de que las sanciones son lo único que puede evitar una guerra.

El problema es que la presión económica de la UE puede no ser suficiente mientras Turquía y las principales potencias comerciales de Asia -China, Japón, Corea del Sur- se nieguen a aplicar algún tipo de embargo o sanción. Lo mismo ocurre con Rusia, donde su presidente, Dimitri Medvedev, ha dejado claro a los líderes de la Unión que su país no tiene ningún problema diplomático con Irán.

>Análisis de Javier G. Gallego.