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Conclusiones poéticas

HE COGIDO los discursos del presidente Zapatero durante su investidura en el año 2008 (9.536 palabras) y el del candidato Rajoy de ayer por la mañana (9.746). Los he pasado por uno de esos maravillosos ralladores digitales, tipo microplane, que convierten un texto en una nube de palabras. He seleccionado las 20 primeras. Luego, con cuidado, he ido desprendiendo las adherencias, plenamente coincidentes en las dos listas: España, gobierno, señorías, ley, etc. He descartado también las coincidencias meramente formales: es decir, palabras iguales que podrían tener un significado o una intención distintos según la boca: economía es el caso clave, aunque también es representativa política. Por último, aquellas a las que las circunstancias han dado un énfasis o un matiz muy distinto, como empleo. Exprimida la nube han quedado siete palabras de cada uno. Y han salido estos pares absolutamente ejemplares, casi milagrosos: Idea/Hacer. Recursos/Reforma. Social/Empresas. Ciudadanos/Españoles. Confianza/Déficit. Acuerdo/Exterior. Mujeres/Sector.

Creo que cualquiera sabrá encajar sus palabras en el presidente que se va y en el presidente que viene. Y no creo que nadie pueda discutir que en esos siete pares está resumido de forma espléndida y minimal un profundo cambio de época. Que alguien coja el primer par y el último, animalitos, los deje sobre la mesa y los examine. ¿Hay alguna posibilidad más útil, para acotar el spleen semántico de las dos épocas, que enfrentar la idea a la acción, o viceversa? ¿Es que alguien podría encontrar dos palabras tan sordas una con la otra como mujeres, cargada de figura-ción y de calor, sentimental; y ese sector, abstracto y frío, econométrico? No será necesario hincar demasiado el diente entre ciudadanos y españoles. Para comprobar las intenciones de Rajoy, a veces algo más sutiles de lo que parecen, bastará con reproducir el marco de la primera vez que ayer pronunció la palabra españoles, al principio de su discurso y tras recordar a las víctimas del terrorismo: «Una sincera voluntad de diálogo y cooperación con las distintas fuerzas políti-cas que, por voluntad de los españoles...» Cierto: por voluntad de los españoles de Amaiur y asimilados. Allí donde Zapatero siempre habría dicho ciudadanos. Lo que resta son antónimos. Pares tremendos. Matri-monios forzados. No hay recursos. Habrá reformas. No es lo social/Son las empresas. No hay confianza/Sino déficit. No cuenta el acuerdo/Sino los dictados del exterior.

Es impresionante, pero las palabras sirven para comunicar.

>Vea de martes a sábado el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Sólo en EL MUNDO en Orbyt, hoy: Sangre, sudor y austeridad