La ciudad que se rebeló contra la Camorra

Ercolano, al sur de Italia, es la primera que no paga las extorsiones de la mafia

La puerta de un supermercado de Ercolano exhibe el cartel que asegura que el dueño no paga el 'pizzo' a la mafia. / REUTERS

El panadero, el mécanico, el dueño de la gasolinera, el pescadero, la propietaria de la tienda de ropa, la peluquera, el barbero, el de la joyería, el de la óptica, el del bar... Ni siquiera se libraba el párroco de la Iglesia del Santísimo Rosario.

Durante años y años tres generaciones de vecinos de Ercolano, una localidad de 55.000 habitantes situada a 14 kilómetros de Nápoles, sólo han hecho una cosa: apretar los dientes y pagar sin rechistar las extorsiones de entre 150 y 1.500 euros que todos los meses los miembros de la Camorra exigían a comerciantes, empresarios y hasta sacerdotes a cambio de no hacerles la vida imposible. Pero aquello ya es historia. Ercolano, una localidad a medio camino entre el mar y el Vesubio y famosa por sus restos arqueológicos romanos, ha dicho «basta». Se ha convertido en la primera ciudad del sur de Italia que se atrave a hacerle un corte de mangas a los mafiosos y que se niega a ceder a sus exigencias de dinero.

«Ercolano, territorio desextorsionado», proclamará el cartel que en breve descollará desafiante a la entrada de la localidad. «Nosotros ya no sufrimos abusos», pregonan con orgullo los carteles que cuelgan de numerosos escaparates. Todo una provocacion, visto que según datos de la asociación de SOS Confesercenti, el cobro del pizzo -como se llama al impuesto que los mafiosos imponen a los tenderos a golpe de amenazas e intimidaciones- deja cada año en las arcas del crimen organizado en Italia unos 10.000 millones de euros y afecta a unas 160.000 empresas.

«En Ercolano ahora somos libres», nos cuenta Giuseppe Scognamiglio, coordinador de Radio Siani, una emisora contra la mafia y a favor de la legalidad nacida en 2009 y que tiene su sede en el que fuera el cuartel general de un capo local de la Camorra. «Pero hace sólo unos años la vida aquí era muy distinta: todo el mundo pagaba a los mafiosos, los asesinatos estaban a la orden del día, los miembros del crimen organizado se paseaban por la calle armados, se desplazaban en coches blindados y dotados con ametralladoras y la gente estaba literalmente muerta de miedo».

La rebelión de Ercolano contra la mafia comenzó en 2004, cuando por primera vez en la historia de la ciudad un empresario, o mejor dicho una empresaria, se atrevió a denunciar ante las fuerzas de seguridad que un mafioso se había presentado en su tienda y le había exigido dinero a cambio de no darle problemas. Aquella osada es una señora rubia y coqueta que responde al nombre de Raffaella Ottaviano. «No se por qué, pero hasta ese momento a mí nunca me habían tratado de extornionar. Cuando aquel tipo se presentó en mi tienda y me dijo con tono amenazante que tenía que pagarle sentí miedo, mucho miedo», admite a EL MUNDO. «Pero pensé que era mejor cerrar la tienda que vivir permanentemente con ese miedo en el cuerpo. Así que le dije al mafioso que no, que no le pagaba, y me fui derechita a la comisaría a denunciar lo sucedido», cuenta. «Es mejor morir una vez que morir a diario».

El acto heroico de Raffaella Ottaviano fue algo memorable. Sobre todo porque otros comerciantes que se habían atrevido a plantar cara a los mafiosos habían pagado caro su atrevimiento: como por ejemplo Sofia Ciriello, dueña de una fábrica de pan en el centro de Ercolano en la que los mafiosos llegaron no sólo a enseñarle la pistola para convencerla de que era mejor que pagase, sino que hasta hicieron estallar una bomba en su establecimiento.

Pero la gran revolución tuvo lugar en 2005, cuando un señor llamado Nino Daniele se convirtió en alcalde de Ercolano, una ciudad que entonces vivía inmersa en una sanguinaria guerra entre dos clanes mafiosos que dejaba más o menos un muerto a la semana y donde los comerciantes estaban asfixiados a causa del pizzo. «No sé decirle una cifra, pero numerosas tiendas se habían visto obligadas a echar el cierre porque no podían con esa carga. Todo el comercio estaba en crisis, Ercolano vivía un drama económico y humano. Había que hacer algo», recuerda el ya ex primer edil de la ciudad.

Daniele se remangó y en los cuatro años en que fue alcalde trabajó duro para tratar de que los habitantes de Ercolano volvieran a confiar en las instituciones y en el Estado. No sólo se atrevió a dar la cara y la voz contra los mafiosos poniéndose al frente de numerosas manifestaciones populares contra ellos: comenzó a combatirlos policialmente y con inusitada fuerza, revocó todos y cada uno de los contratos que municipales con empresas sospechosas de estar relacionadas con la Camorra, empezó a luchar contra los abusos inmobiliarios tan típicos del crimen organizado, se atrevió a personarse como parte civil en muchos juicios contra camorristas...

Además, puso en marcha medidas para animar a los comerciantes a rebelarase a pagar el pizzo, aprobando por ejemplo una ley que les exime de pagar durante tres años todos los impuestos municipales a cambio de denunciar las extorsiones de los mafiosos. Y, por si fuera poco, impulsó la puesta en marcha de la Asociación contra las Extorsiones Mafiosas de Ercolano, de la que es presidenta Raffaella Ottaviano.

El resultado salta a la vista: las operaciones policiales y judiciales han hecho que cerca de 250 mafiosos de Ercolano estén hoy en la cárcel. Ya no hay asesinatos ni pistolas. Un total de 23 comerciantes de la localidad que sufrían extorsiones a manos de la mafia han encontrado el valor de denunciar a 41 miembros del crimen organizado y de constituirse en parte civil en el proceso que ahora mismo se sigue contra ellos. Y pagar el pizzo ha pasado a la historia.