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  • Lucia Mendez

Una mañana, Zapatero se despertó...

TENÍAMOS que haber sospechado que iba a terminar así desde aquella noche del 9 de mayo de 2010 en la que le trasplantaron el corazón para colocarle spread, un concepto económico que hemos incorporado a nuestra vida doméstica como prima de riesgo. El trasplante fue tan limpio que las consecuencias llegaron enseguida. Jubiló el carné de la UGT que guardaba en su mesilla de noche y se puso en manos de Don Emilio, el gran chamán de la corbata roja. Sustituyó a los mineros de Rodiezmo por el especulador de los activos tóxicos John Paulson y al bueno de Philip Petit por la London School of Economics and Political Science.

La Moncloa es un lugar propicio para las transformaciones. Felipe se convirtió en González y Aznar cambió un pueblo de Valladolid por el Monasterio de El Escorial. Pero la metamorfosis de Zapatero es superior a la del protagonista de la famosa novela de Kafka. Una mañana, el republicanismo cívico y la democracia deliberativa se despertaron convertidas en un indulto para el hombre de los diez millones de euros al año.

Alfredo Saénz cometió un delito grave que llevó a algunas personas a la cárcel, pero su poderoso jefe, Don Emilio, no quiere prescindir de él -parece que hace ganar al banco mucho dinero- y pidió el indulto a su amigo, el presidente del Gobierno. Zapatero se lo ha concedido y con ello agravia y ultraja al principio de igualdad de todos los españoles ante la ley. El indulto constituye una ofensa y un escarnio para los ciudadanos que de buena fe creyeron algún día en el todavía presidente del Gobierno. Zapatero se llevará a León esta burla como la última oscura mancha indeleble de su expediente político. El último ocupante de La Moncloa ha perdido por completo el pulso de la calle e incluso el respeto por su propia historia.

Ya que de palabras inglesas se trata, hay otra que Zapatero y el Santander podrían haber incorporado a su vocabulario: accountability. Se puede traducir como rendición de cuentas, cumplimiento del deber y exigencia de responsabilidad a quienes detentan el poder, sea político, financiero o empresarial. Accountability viene a ser el sentido de la decencia y la ejemplaridad en la vida pública que los españoles están buscando desesperadamente, mientras la clase dirigente permanece sorda, ciega y muda. Mariano Rajoy dijo en campaña que a él ningún banco podía darle órdenes. Nos hacía ilusión que fuera verdad. Pero ha validado este indulto y, además, desde que ganó las elecciones el futuro presidente del Gobierno sólo se habla con banqueros. Una lástima porque con 186 escaños sí que podría situar la accountability donde Zapatero colocó la prima de riesgo.