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  • Arcadi Espada

La nación, en cintura

RESPECTO de los recortes presupuestarios, hay unas líneas rojas que el presidente Mas no traspasará. Para traspasarlas debería poder reconocerlas como tales, y no es el caso. Hay un punto de la física catalana en que el rojo, de tan rojo, se funde, y ese punto es el de la construcción patriótica. Mas quita dinero a los médicos, a las universidades, a los funcionarios. Parecen medidas inevitables. Pero lo sorprendente es que esta inevitabi-lidad deje al margen algunas áreas. Este periódico citaba ayer algunas en su edito-rial: «embajadas», subvenciones al doblaje y a los periódicos... Podrían añadirse varias más: singularmente TV3 y su archipiélago mediático, el auténtico pozo sin fondo del sistema catalán. Pero todo eso, ya digo, no es ni siquiera intocable y ante su hipotética mención solo cabe invocar el tópico westinghouse y admitir que de lo que no se puede hablar se tiene que callar.

La decisión de darle dinero al catalán y quitárselo a los catalanes es poco sorprendente y sólo revela una vez más la textura de la patria nacionalista. Tampoco suponen mayor novedad las facilidades que encuentra el presidente Mas para imponer su política. En cualquier otro lugar la izquierda habría impugnado con suma beligerancia este planteamiento. Pero eso es ya imposible en un lugar donde la izquierda ha sido secuestrada, raptada, mejor, por el nacionalismo. La izquierda catalana no puede discutir ese reparto de las cosas sin atentar dramáticamente contra su natura-leza. De ahí que como mísera solución de compromiso prefiera aferrarse a la insufi-ciente financiación de la autonomía (mucho más ahora que el PP se apresta a gobernar), sin que le importe coincidir una vez más con el nacionalismo y las mentiras, pleonasmo.

Liquidada la izquierda e irrelevante en términos aritméticos, que no políticos, la oposición de Ciudadanos, la expectación de la nueva temporada se centra en lo que vaya a hacer el Partido Popular en la discusión de los próximos presupuestos catalanes. Digo expectación, sabiendo perfectamente hasta dónde puede llegar el rigor impugnatorio sobre el reparto del partido de Fernández Camacho. Pero también convencido de que parte del crédito político de Rajoy pasa por evitar discriminaciones entre españoles. No vaya a ser que los ciudadanos de Cataluña hayan de sufrir mayores y peores recortes, por tener que sufragar inexcusablemente los caprichos nacionalistas. Hay que meter a la nación en cintura, de acuerdo. Pero en ningún lugar eso es más exacto y urgente que en Cataluña.

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