EL MUNDO ante las elecciones del 20-N

Un voto útil, exigente y crítico en favor de Rajoy y del PP

DESDE su nacimiento, EL MUNDO se ha caracterizado por el pluralismo de sus colaboradores y una posición nítida de su línea editorial frente a los problemas y los retos que han surgido en España en las dos últimas décadas. Por eso hemos manifestado nuestra preferencia en todas las elecciones generales que se han celebrado desde 1989 y lo hacemos hoy de nuevo coincidiendo con nuestro número 8.000. Estamos ante las elecciones más importantes de la historia de nuestra democracia, no porque existan dos opciones políticas diferenciadas con posibilidades de victoria, sino por la extrema gravedad de una crisis que ha provocado cinco millones de parados y un desajuste en las cuentas públicas que ha colocado al país en una situación de auténtica emergencia.

Al margen de las responsabilidades atribuibles a quienes nos han llevado a este desastre, la actual situación exige una rectificación global de las políticas efectuadas y del modo de gobernar durante la etapa de Zapatero, y también una revisión del modelo de Estado y de nuestros propios valores colectivos.

Todos los sondeos coinciden en dar a Rajoy una ventaja de entre 13 y 17 puntos sobre el PSOE, lo que reportaría al PP la mayoría absoluta. El tracking de Sigma Dos que hoy publica el Times de Londres -absurdamente en España está prohibido hacerlo- amplía incluso ese margen, pero las urnas podrían reducir la magnitud de la derrota de Rubalcaba, ya que el PSOE suele obtener mejores resultados de lo que reflejan las encuestas y el PP, peores. Además, no hay que descartar que una parte desencantada del electorado socialista se movilice en el último momento para atenuar la victoria de Rajoy.

Sin dar nada por seguro de antemano, creemos que, dada la gravedad de la crisis que atraviesa España, el mejor resultado sería una amplia mayoría absoluta para el PP. No es lo mismo que Rajoy obtuviera 167 escaños que 176, y no es lo mismo una mayoría absoluta raspada que otra de 190 escaños o más. Y ello porque Rajoy necesita para gobernar una legitimación en las urnas que disipe cualquier duda sobre su auctoritas para adoptar las medidas -impopulares a corto plazo- que requiere nuestra economía.

Un escenario de victoria del PP sin mayoría absoluta sería muy malo para los intereses generales por una razón evidente: tendría que apoyarse para gobernar en CiU o incluso en el PSOE. Rajoy se vería obligado a pagar un alto precio por el respaldo de un nacionalismo catalán que ha ido acentuando sus exigencias soberanistas. Artur Mas ya lo ha dejado claro: quiere un pacto fiscal de Cataluña con el resto de España, lo que supondría unos privilegios financieros que romperían la cohesión y la solidaridad interterritorial. La otra alternativa sería que el líder del PP buscara grandes pactos con un PSOE controlado por Rubalcaba, que se consolidaría como jefe del partido en el caso de obtener unos dignos resultados. Y ya conocemos tanto sus recetas económicas como su fiabilidad política.

Rajoy necesita una mayoría holgada para poderse blindar ante las presiones políticas y las eventuales movilizaciones contra los duros ajustes que va a tener que llevar a cabo. Esto supone ya un importante argumento para votar por el PP, toda vez que las medidas contenidas en su programa encajan mucho mejor con las necesidades del país que las que propone el PSOE. En este sentido, coincidimos con Rajoy en la prioridad de una contención del gasto y de un saneamiento de las cuentas públicas, lo que tendría la virtualidad de proporcionar oxígeno a un sector privado que se ahoga por falta de financiación. Coincidimos en la necesidad de estimular la economía productiva y de acometer las reformas estructurales que han sido aplazadas desde hace mucho tiempo, entre ellas, la del mercado de trabajo. Y coincidimos en que la creación de empleo sólo será posible si se logra incrementar nuestro nivel de competitividad, que ha sufrido una importante merma en los últimos años.

Podríamos decir que es el mismo camino que se inició en 1996 cuando Aznar ganó sus primeras elecciones, aunque hoy ciertamente las circunstancias son mucho más difíciles. Ello no debe arredrar a Rajoy, ya que creemos que esos principios son los más adecuados para sacar a nuestro país del abismo en el que se encuentra.

Somos conscientes de que, por muy bien que lo haga el nuevo Ejecutivo, España no saldrá de la crisis si no se resuelven a la vez los graves problemas de la Unión Europea. Rajoy debe jugar un papel activo en la creación de un gobierno económico europeo que coordine las políticas de los diferentes países, armonice sus impuestos y consolide el euro. También desde ese punto de vista sería muy conveniente que pudiera presentarse en Europa avalado por un mandato inequívoco de las urnas.

Otro de los motivos que nos lleva a pensar que el PP es la mejor opción en estos momentos es su compromiso de vertebrar el Estado y eliminar los obstáculos que impiden la unidad de mercado. Ahora tiene la oportunidad de conseguir estos objetivos por la vía de una eficiencia que contribuirá a reforzar la credibilidad de su proyecto político. Aunque no figura en el programa de Rajoy, creemos que habría que ir más allá e impulsar una reforma del modelo constitucional que, como defiende EL MUNDO en sus 100 Propuestas, suponga la recuperación de algunas de las competencias cedidas por el Estado a las comunidades.

Todo lo expuesto nos lleva a formular una recomendación clara y rotunda a los lectores para que voten por el PP, para que su voluntad expresada en las urnas sirva para que Rajoy pueda gobernar con un fuerte respaldo parlamentario. No se trata de una adhesión incondicional, sino de un apoyo exigente y crítico que no vacilará en trocarse en denuncia ante cualquier abuso de poder o amago de corrupción, como hemos hecho siempre. Pero ahora la prioridad es un cambio liderado por Rajoy que sirva para sacar a España de la crisis y devuelva la esperanza a los ciudadanos.