Rajoy, contra los «tecnócratas»

Reivindica para Europa a los «buenos gobernantes elegidos por los ciudadanos»

Mariano Rajoy está convirtiendo la campaña en una creciente plataforma de interlocución con Europa. Se diría que quiere llegar a La Moncloa precedido por un concierto de trompetas. Él no quiere ser Silvio Berlusconi o Yorgos Papandreu, como ya vino a decir anteayer, pero tampoco quiere parecerse al recién investido Lucas Papademos en Grecia, o al inminente primer ministro de Italia, Mario Monti.

Ellos son los «tecnócratas», los economistas y profesionales de la banca, impuestos ante la crisis por los mercados antes de ser refrendados por sus respectivos parlamentos. Él,en cambio, viene a ser el político a la antigua usanza; un modelo que, pese a su actual desprestigio, reivindicó ayer para sí mismo, para Europa y para un país «serio» como España.

«Hay un debate muy interesante en Europa», dijo en la plaza de toros de Zaragoza, abarrotada con más de 10.000 seguidores, «hay quien dice que los mercados han ganado a la política, que están incluso por encima de la soberanía nacional y que llega la época de los tecnócratas. Pero yo os digo que lo que llega es la época de los buenos gobernantes elegidos por los ciudadanos», exclamó entre ovaciones.

Así, si por la mañana Rajoy pidió el voto a todos para «sumar» y mandar «un mensaje a Europa y al mundo de que en España vamos a hacer las cosas bien y apoyando al euro», por la tarde en Pamplona insistió: «Hay que mandar a Europa y al mundo un mensaje de confianza en España: en España van a cambiar las cosas y va a haber un Gobierno respaldado por una mayoría para hacerlo».

A estas alturas de la campaña, Rajoy ha dejado de hablar de empleo en solitario. Ahora, adelantándose a los reproches socialistas, lo que ofrece es «crecer, crear empleo y políticas sociales»: «Todo va unido», dice. Y en ese mismo «empeño» subrayó su trascendencia europea. «Nos jugamos la confianza en Europa y el precio de nuestra financiación», repitió.

Una y otra vez volvió ayer sobre el mismo asunto, hasta el punto de abrir y cerrar con ello su jornada electoral: «España quiere estar en el euro, defendiendo sus intereses y aportando todo lo que sabemos que hay que aportar, para convertir Europa en un gran espacio de prosperidad»

En esta misma línea, se comprometió a «gobernar con seriedad y con orden». «El Gobierno», dijo en Zaragoza, «tiene que ser una sala de máquinas, no un escaparate de figurantes». «No quiero un Gobierno de figurantes, quiero un Gobierno de gente competente, tengan la cara que tengan», añadió entre grandes aplausos en Pamplona.

Nada escapa del planteamiento presidencialista en la campaña de Rajoy. Pero el día en que se fraguaban las últimas encuestas que apuntalan su apabullante mayoría, Rajoy acudió al humor para escapar de las porras. Fue en el mitin de Zaragoza donde el líder del PP replicó a los 190 escaños vaticinados por su socio del PAR, José Ángel Biel, y los 185 de la presidenta popular de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, con una gracieta: «Yo en eso no entro, me conformo con que no me dén con la porra en la cabeza».

Toda una metáfora que resume su estilo de campaña: tranquila, ceñida al programa económico, y de escasos acentos; con una excepción, la que supuso su compromiso -no nuevo, ni probable sin acuerdo del PSOE, pero sí el más explícito desde 2008- con la eliminación de la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución. «Si hay reformas, se quita», matizó Rajoy en contestación a la petición de su socia en Navarra, Yolanda Barcina (UPN), y en referencia a la que permite la anexión de Navarra al País Vasco, previa votación en el Parlamento y referéndum en la Comunidad Foral.

El líder del PP, que ayer dedicó la jornada a presumir junto a sus socios en Aragón y Navarra de perfil dialogante y de disposición a los acuerdos, empieza a dar bocanadas en su maratón electoral. Pero tras un paréntesis de unas horas en su casa de Madrid, hoy volverá a llenar la plaza de Valencia, con la incógnita -para la propia cúpula del PP- de si Paco Camps asistirá.