España, entre el ahorro millonario y el estigma de pedir un rescate

El Gobierno insiste en que España no necesita recurrir al Mede pero deja abierta la puerta

Hay algunas semejanzas, muchas diferencias y un debate, europeo y sobre todo nacional, similar al de 2012. En aquella ocasión, España tenía el acceso a los mercados a un precio prohibitivo y tuvo que recurrir al recién creado Mecanismo de Estabilidad (Mede) de la Eurozona para obtener más de 41.000 millones de euros con los que sanear el sistema financiero. Hoy, los mercados están aún bien abiertos, y a corto plazo España se financia incluso a tipos negativos, pero la factura de hacer frente a la pandemia va a ser tan desorbitada que el Gobierno baraja volver a usar los instrumentos del Mede.

La razón es simple: permitirían un ahorro de hasta 2.000 millones de euros en la próxima década, si se optara por exprimir las líneas de crédito disponibles de hasta 25.000 millones de euros (el 2% de nuestro PIB) para gasto sanitario, directo e indirecto.

El problema de fondo, ayer como hoy, es una palabra: rescate. No quería oírla de ninguna manera Mariano Rajoy y lo mismo le ocurre a Pedro Sánchez. Para no mostrar debilidad, como Gobierno y como Estado. Para defender su gestión. Para evitar ataques y descalificaciones de la oposición parlamentaria.

Para contextualizar, si una serie de fondos europeos son o no son un rescate hay que tener en cuenta variables semánticas, económicas, legales y, sobre todo, políticas. En 2012, Luis de Guindos, entonces ministro de Economía, aseguró que las líneas ofrecidas por el Mede, no tenían «nada que ver con un rescate, es un préstamo en condiciones muy favorables al FROB para dar estabilidad a las entidades que lo necesiten». El Gobierno se negó a admitir que fuera un rescate y usó todo tipo de eufemismos durante años.

¿RESCATE EN 2012?

Es verdad que no fue como el de Grecia o el de otros países, que tuvieron que recurrir a otros mecanismos más severos contemplados por el Mede. Es cierto que no había un ajuste macroeconómico y que los hombres de negro de las instituciones no impusieron un control ex ante de toda la legislación, como en Atenas. Pero el recurrir al Mede, firmar un Memorando de Entendimiento (MoU), fijar un programa y recibir las visitas de la Troika fue considerado, más allá de nuestras fronteras, como un rescate. No completo, parcial, para el sector financiero. Pero rescate.

LÍNEAS DE CRÉDITO

La discusión, ahora, no es igual, pero el Gobierno está casi calcando los pasos de sus predecesores hace ocho años. Primero, señalando con rotundidad que España no necesita recurrir al Mede porque se financia bien. Después, diciendo que por ahora no hace falta, pero sin cerrar la puerta. Luego, trabajando los nombres y quitando hierro. El presidente usó esta semana la expresión: «líneas precautorias de crédito sin condicionalidad», que es una definición de libro, pero la sensación que quedó es que buscaba perífrasis inocuas, como Rajoy y Guindos.

Las líneas de crédito que pone a disposición el Mede no son un rescate. No al menos como ninguno de los que hemos conocido. Se han diseñado especialmente para los gastos de la pandemia, no tienen ningún tipo de condicionalidad macro o legal adjunta, salvo destinar el dinero a gasto sanitario.

No habrá visitas de la Troika ni un MoU personalizado. Y el único requisito adicional será que los técnicos europeos que visitan Madrid dos veces al año (como todas las otras capitales, dentro del llamado Semestre Europeo) verifiquen que se gasta el dinero en donde procede. Los tipos de interés son bajísimos (un 0,115 más un 0,25) de apertura, salen de un acreedor que será paciente y que «no va a irse» ni meter prisa, como recordó su presidente Klaus Regling. Y son a largo plazo.

ESTIGMA

El problema es el estigma. Los líderes europeos se han esforzado para recalcar uno detrás de otro que no hay estigma, que esto es diferente al pasado, pero lo hay. «Si usas el Mede mandas el mensaje de que quizás por ti mismo no te bastas. El problema no es hoy, es mañana», apuntan fuentes diplomáticas. Y por eso los más señalados por su situación económica lo evitan. El Gobierno insiste en que decidirá «en función del interés de los españoles» y teniendo en cuenta todas las variables. Pero si no es un rescate y no tiene estigma resulta complicado razonar por qué no ahorrarse miles de millones en intereses.

PROGRAMA ‘SURE’

El programa del Mede es bastante similar al Sure, uno de reaseguro del empleo creado por la Comisión Europea y que ha recibido esta semana la bendición formal de las capitales. A través de él, la Comisión pedirá hasta 100.000 millones en los mercados y luego hará prestamos en condiciones favorables y a largo plazo para que los gobiernos financien el coste de programas de desempleo, como los ERTE. La vicepresidenta Nadia Calviño ha confirmado que España sí participará, aunque el máximo que puede rascar dará para menos de dos meses de prestaciones. Las razones son que la Comisión no tiene el estigma del Mede, organismo que es un acreedor preferente, lo que, sin ser nada decisivo, puede incomodar a cierto perfil de inversores.

‘PACTO DE CABALLEROS’

«No hay razones objetivas para usar el Sure y no el Mede, pero la política es cualquier cosa salvo objetiva», apuntan fuentes comunitarias. «Suponemos que cuando alguien dé el primer paso otros seguirán, porque es absurdo pagar más si te vas a endeudar para toda una generación. Pero lo lógico hubiera sido un pacto de caballeros entre todos los que se están financiando a tipos más altos para ir a la vez, mostrando solidaridad», prosiguen las mismas fuentes. El pronóstico es que España usará el mecanismo como todos los que hay a disposición, pero sólo si las condiciones de mercado no mejoran o empeoran.

En Bruselas, ahora mismo, no hay un gran debate sobre el tema. Se están perfilando los detalles de alguno de los acuerdos del Eurogrupo, y la Comisión presentará la semana que viene su propuesta para un Fondo de Recuperación, con créditos pero también transferencias. Alemania y Francia proponen hasta medio billón de euros. «España está jugando muy bien con los tiempos. No se hipotecó ni un centímetro hasta garantizar que el Mede no tuviera ninguna condición ni se va a mojar hasta que el paquete entero esté finalizado. Y es lo más prudente y sensato. No revelas tus cartas nunca, ni ante tus socios, mientras negocias», resume un diplomático centroeuropeo.

«No hay prisa, no hay agobios ni urgencias gracias al BCE. Usará el Mede y no será la única, pero Nadia conoce como nadie los pasos y no va a dar uno en falso», cierra un ex compañero de la Comisión.