«Somos segundos, hemos ganado»

El líder de la ultraderecha holandesa esgrime sus resultados para exigir la entrada en el Gobierno El primer ministro Rutte, que necesitará de otros tres partidos, inicia la ronda de consultas con posibles socios de coalición

Holanda se pone manos a la obra. La liberal Edith Schippers, del partido VVD –el del primer ministro Mark Rutte, ganador de las elecciones con 33 escaños–, iniciará la primera ronda de consultas con los líderes del resto de partidos vencedores. Se le encarga hacer de scout: llevar a cabo las negociaciones preliminares para estudiar el terreno y tantear las posibilidades de formar una coalición de Gobierno. Tiene hasta el miércoles 22 para proponer las opciones de alianza.

Lo más probable es que la formación –que necesitará de cuatro partidos mínimo– sea progresista y acordada principalmente con Demócratas 66 (19 escaños) y Llamada Democristiana (19 escaños).

El cuarto partido es clave. La izquierda es una opción. Los Verdes, con 14 escaños, son una gran apuesta, aunque quizá sean ellos los que se descarten por no interesarles desencajar en medio de una coalición de centroderecha, algo que podría pasarles factura electoral.

La fuerte derrota de los socialdemócratas de PvdA (que pasan de tener 38 a sólo nueve escaños) es un mensaje a escuchar. Entre 2012 y 2017, gobernaron junto al liberal VVD y respaldaron sus recortes y medidas de austeridad. Ahora lo pagan caro en las urnas, y ese será un riesgo que los Verdes tendrán en cuenta antes de firmar.

Ese mismo PvdA tiene la opción de volver a formar parte de la futura coalición. Aunque suene inverosímil no sería de descartar. Rutte ya lo dijo la noche electoral. «Hemos trabajado codo con codo, les tengo mucho cariño y deseaba otros resultados para ellos». Pero ellos han preferido iniciar un proceso de reestructuración interna del partido porque se han dado cuenta de algo va mal. Volver a dar la mano al VVD no será la mejor solución para reciclarse, y menos en tiempos de crisis. La tercera opción que tiene el partido liberal es Unión Cristiana, que obtuvo cinco escaños. La suma debe ser siempre de al menos 76.

Los ganadores de las elecciones asistieron a una reunión con la presidenta del Parlamento, Khadiya Arib, para sondear el patio. Fue todo un cuadro verse por primera vez tras los resultados. El ultraderechista Geert Wilders, único rubio entre algo más de una docena de personas, se sentó solo, pensativo y con cara de derrota, aunque después matizaba los resultados, exigiendo un puesto en el Gobierno. «Somos segundos, hemos ganado y en los próximos comicios seremos los primeros».

A su lado, el primer ministro Mark Rutte, hacía matemáticas mientras miraba las caras de sus otros rivales. Y a la derecha del liberal, uno de los grandes victoriosos de los comicios, el izquierdista, Jesse Klaver, sonriendo como ganador mientras se colocaba el flequillo.

El resto, con cara de alegría, respiraban aliviados, como quien acaba de superar las pruebas de Selectividad. Juntos habían logrado su objetivo: derrotar a la ultraderecha y sentar precedente en Europa contra el populismo. En Bruselas están contentos y los holandeses, encantados de ser la causa. Para lo demás, las negociaciones, ya habrá tiempo. En este país, los 150 miembros del Parlamento tienen en los genes el don de negociar gabinetes multipartidistas porque esa ha sido la naturaleza tradicional del sistema. Pueden estar hasta 100 días sin un Gobierno.

Rutte reconoció que no será tarea fácil llegar a acuerdos entre cuatro, pero las diferencias que salieron a la luz durante la campaña deben volver a buen recaudo. «Es importante unir de nuevo el país y formar una coalición estable», clamó. Hay algunas cuestiones clave sobre las que podrán rebatirse argumentos: la edad de la jubilación –si mantenerla en 67 o reducirla a 65, como antes de la crisis–, la legalización del cultivo del cannabis y la eutanasia voluntaria para personas mayores. Algunos prometieron cosas en campaña y ahora deberán imponer sus condiciones, o ceder a sus promesas.

Según un estudio, la mayoría de los votantes no apoyó a un partido concreto por ideología. Al liberal VVD se le vota por sus gestiones de la economía, al PvdA y al PS por la seguridad social. CDA y Unión Cristiana para defender los valores. D66 representa la Educación y los Verdes la preocupación por el clima.

Wilders tuvo apoyos por sus denuncias contra la inmigración y el asilo, pero poco tiene que negociar en las posibles coaliciones. Su antiislamismo y eurofobia le han hecho ganarse el desprecio de sus colegas políticos. «Estoy preocupado por lo que estarán pensando ahora los votantes del PVV», reveló el primer ministro. El populista se había dado por ganador, gracias a la magia de las encuestas, hasta el punto de que renunció a hacer campaña.