Hoy parten desde las islas griegas hacia Turquía los primeros barcos cargados con refugiados que alcanzaron Grecia después del 20 de marzo. Es la primera remesa del controvertido acuerdo firmado el mes pasado entre la UE y el Gobierno turco para bloquear la entrada irregular en suelo europeo de víctimas de la guerra. Pese a que las líneas maestras del plan están marcadas, todavía hay numerosas dudas sobre el futuro de los deportados.
«Esta mañana [por ayer] vi dos autobuses policiales en el campo de detenidos de Moria [situado en el centro de la isla griega de Lesbos]. Cargaron en ellos a un buen número de paquistaníes, y luego se los llevaron de allí», explica a EL MUNDO un refugiado sirio de Damasco, preso en Moria, llamado Alaa. Otro refugiado recluido en la prisión de Moria –denominada hotspot por Bruselas– ofreció a este periódico, por teléfono una descripción similar del mismo hecho.
La agencia griega ANA informó ayer de que 750 personas serían enviadas desde la isla griega de Lesbos al pueblo costero turco de Dikili, entre hoy y el miércoles, en barcos turcos fletados por la agencia de seguridad fronteriza europea (Frontex). No detalló quiénes integrarían los primeros contingentes de deportados, aunque se cree que son quienes han aceptado serlo sin pedir asilo y aquellos considerados menos cualificados para recibir asilo en Grecia, como paquistaníes, marroquíes y argelinos.
En el país receptor, tímidas protestas locales calentaron la víspera de las llegadas. Los hosteleros de la costa egea, tras un annus horribilis por lo que al turismo se refiere en Turquía, recelan de la presencia de los deportados. Poco ayuda la falta de concreción de las autoridades sobre el destino de los refugiados. Por ejemplo, la Media Luna Roja turca anunció la semana pasada la construcción de un campamento para 5.000 personas, en la provincia occidental de Manisa, que aún no existe.
Según medios turcos, sí se ultimaban este fin de semana centros de recepción en las localidades portuarias de Çesme y Dikili, frente a las islas de Quíos y Lesbos respectivamente. El centro de Çesme, según su alcalde Muhittin Dalgiç, tendrá un área de registro de llegadas y sanitarios. Funcionarios no calificaron estos centros de campos de refugiados. El periódico Milliyet señaló que las instalaciones de Dikili aún permanecen inacabadas.
Según el pacto Bruselas–Ankara, la UE relocalizará, desde Turquía, a un refugiado por cada uno que alcance irregularmente Grecia. Alemania anunció este viernes que priorizaría a los sirios. No obstante, la UE limitará las relocalizaciones a 72.000. No ha matizado cuándo empezarán éstas. Otro aspecto polémico es el sesgo de origen con el que se escogerán los realojados.
Se teme que priorizando a sirios o iraquíes se obvie a otras personas en peligro en países como Afganistán, Pakistán o Eritrea.
Para deportar, Grecia aprobó este sábado una nueva ley migratoria que limita a 25 días el plazo de arresto de los refugiados, aunque establece una provisión para alargarla hasta los tres meses. También atribuye a la UE la controvertida calificación de Turquía como «país seguro» al que enviar a los refugiados. Por último, agiliza el proceso de asilo. EL MUNDO ha comprobado estos días que no se facilita abogado a los solicitantes de asilo, un derecho que, según juristas, tienen como arrestados.
La falta de traductores para todas las lenguas de los llegados e indicaciones deficientes de los funcionarios han provocado rumores falsos y desinformación entre los 5.600 refugiados registrados en las islas griegas desde el 20 de marzo.
Algunos, notó este medio la semana pasada, no sabían que tenían derecho a pedir asilo. Pese a la promesa de la UE de enviar a miles de funcionarios a Grecia para tramitar las peticiones de asilo, ninguno de los refugiados contactados por este medio había tenido, a fecha de ayer, la preceptiva entrevista inicial. La mayoría no quiere pedir asilo en Grecia porque eso no les permitiría llegar a países centroeuropeos como Alemania, su objetivo.
La duración de los procesos de solicitud de asilo – entre dos y seis meses es el tiempo más corto–, creen varios expertos, pueden ralentizar los planes de deportación. Sólo podrán ser deportados una vez se les rechace el asilo.
Otro obstáculo para los planes de Bruselas es el incesante goteo de llegadas a las islas griegas, aunque en menor volumen que en el pasado. Ayer, al menos 200 más. Los campos de arresto están repletos y eso provoca peleas y tensión.