Una encuesta inquietante, pero falta oír la voz de la Cataluña silenciosa

LA ENCUESTA que publica hoy EL MUNDO, a menos de una semana de las elecciones en Cataluña, debería encender todas las luces rojas de las instituciones y los partidos que defienden la legalidad constitucional. Y ello no sólo porque las listas independentistas siguen ganado apoyo popular sino porque además las fuerzas políticas que defienden la unidad de España no han conseguido articular un discurso que ilusione a los ciudadanos catalanes.

En este escenario, Junts pel Sí superaría el listón del 40% de los votos y alcanzaría una representación de unos 65 o 66 escaños, muy cerca de la mayoría absoluta. Los datos de este sondeo reflejan que el movimiento que promueven Mas y Junqueras ha subido más de un punto en los últimos 15 días.

Junts pel Sí podría proclamar unilateralmente la independencia, como mantienen sus líderes, con el respaldo de la CUP, que obtendría nueve representantes en el nuevo Parlament. Entre las dos formaciones superan holgadamente los 68 escaños que marcan la mayoría absoluta.

A la luz de los números, no hay duda de que la propaganda independentista ha funcionado y que Artur Mas está logrando su objetivo con una campaña muy agresiva pero eficaz, que insiste en que Cataluña vivirá mucho mejor si se libra de la carga que supone el Estado español. Es una falacia, pero ha calado porque el nacionalismo controla el tejido civil y la gran mayoría de los medios de comunicación en esa comunidad.

Da la sensación de que el Gobierno lo había fiado todo a que los nacionalistas no lograran la mayoría absoluta, sin implicarse demasiado para no asustar a los indecisos, pero esta estrategia ha fracasado. Podríamos decir que la voz de Mariano Rajoy ha llegado a Washington, Berlín y Londres pero no se ha escuchado en L’ Hospitalet ni en Badalona. Probablemente, ha faltado vender España en positivo, un proyecto ilusionante que, más allá del desastre que para Cataluña supondría la segregación, hubiera resaltado las ventajas de seguir juntos. No hace falta subrayar que el componente emocional va a ser decisivo en estos comicios.

A pesar del avance nacionalista, hay datos que alientan la esperanza de que los nacionalistas no puedan conseguir su propósito. Casi el 50% responde que la secesión supondría salir de la Unión Europea. Casi el 49% cree que Artur Mas no estaría en ningún caso legitimado para declarar la independencia de Cataluña. Y sólo el 16,8% de los encuestados apoya que Mas proclame la independencia sin mayoría de votos.

Ciertamente, es muy difícil que el nacionalismo pueda desconectar de España con la misma facilidad que se retira un enchufe, pero la victoria de Junts pel Sí supondría otro Gobierno hostil, con cuatro años más de tensiones y enfrentamientos. Esto no hay quien lo resista.

La encuesta suscita la reflexión de por qué siguen avanzando los partidarios de Mas y Junqueras a pesar de que gran parte de la población es consciente de los riesgos del proceso. Ahí está la seria advertencia de los bancos de que podrían abandonar el territorio. La explicación es que existe una parte de los votantes de Junts pel Sí que, aunque no cree en que la independencia sea posible, piensa que la victoria de esta lista forzará al Estado a realizar nuevas concesiones a Cataluña. Esto es lo que viene sucediendo desde hace décadas, pero la situación es ahora distinta porque lo que está en juego ya no son las alianzas políticas para gobernar sino la unidad de España. Ya no resta ningún trozo de pastel para ofrecer al nacionalismo.

Queda poco tiempo para el domingo, pero el suficiente para que Rajoy, Sánchez, Rivera y otros líderes se vuelquen en la campaña para dar la vuelta al actual estado de opinión y, sobre todo, para movilizar a los indecisos, a esa Cataluña silenciosa cuya voz jamás se escucha.

Nunca es tarde para reaccionar y, dado que estamos probablemente ante las elecciones más importantes desde la Transición, hay que exigir a quienes defienden la unidad de España que no regateen ningún esfuerzo para preservar lo que tanto trabajo nos ha costado edificar.