La muerte de un hombre de 50 años en el transcurso de un registro de los Mossos d’Esquadra fue la gota que ayer colmó el vaso de los ánimos de la comunidad senegalesa de Salou. Se produjeron graves disturbios y se mantuvo cortada la vía férrea hasta las diez de la noche, hora en que los Mossos liberaron a los manteros detenidos. Los servicios de emergencia atendieron a una veintena de heridos de carácter leve y la interrupción de la conexión ferroviaria afectó al menos a una docena de trenes regionales y de largo recorrido, confirmaron fuentes de Adif y Renfe, que dispusieron un servicio alternativo de autobuses entre Cambrils y Tarragona.
Los sucesos se originaron de madrugada. Alrededor de las cinco de la mañana, agentes de la División de Investigación Criminal de los Mossos realizaron tres entradas –con orden del juez y en presencia de la secretaria judicial– en el marco de una operación en defensa de la propiedad industrial. Según la Policía autonómica, que expresó sus condolencias por el fatal desenlace, la persona fallecida, al detectar su presencia, se precipitó desde el balcón de un tercer piso del número 3 de la plaza de Sant Jordi. Vecinos del inmueble explicaron que había caído cuando trataba de saltar a la terraza de al lado.
La versión de los Mossos no convenció a los numerosos ciudadanos senegaleses –aunque no existe censo oficial, se calcula que varios miles integran la primera comunidad extranjera de Salou– que se concentraron ante el domicilio desde primera hora de la mañana y lanzaron insultos contra la Policía. La tensión aumentó al circular el rumor de que Mor –así llamaban al fallecido, una persona muy conocida entre los suyos, con mujer e hijo, que llevaba siete años en la Costa Dorada– había sido empujado al vacío tras ser golpeado durante la detención.
«Era un hombre tranquilo que intentaba ganarse la vida y sobrevivir, como todos; nosotros no robamos, no traficamos con droga, no prostituimos a las mujeres… Sólo vendemos lo que podemos en la calle, pero nos persiguen como a animales, sin ningún tipo de respeto», explicó uno de los líderes de las algaradas. Así comenzó el vuelo de piedras y sillas, las carreras y los primeros disparos de los antidisturbios. El Mercado de Salou se vio obligado a cerrar.
La escalada de violencia, alimentada por la fuerte presión policial, que padecen de forma habitual, y las connotaciones racistas que denuncian, no se hizo esperar. A las 9.00 horas todo el centro de Salou estaba ya cortado y los antidisturbios trataban de mantener el orden. El levantamiento del cadáver terminó de incendiar el ambiente: los senegaleses se negaban a que se llevasen el cuerpo para hacer la autopsia sin que se esclareciesen los hechos en presencia del cónsul de Senegal.
La retirada de los Mossos del lugar de los registros provocó momentos de auténtica batalla campal. Medio centenar de personas persiguió a los vehículos policiales lanzándoles adoquines y maderos. Uno de los manifestantes condujo un carrito con un niño de dos años como provocación frente a las Fuerzas de Seguridad. «Aquí tenéis a otro inocente», les espetó antes de ser detenido. Fue el único arresto del que se tiene constancia por los incidentes callejeros. Otras 12 detenciones se realizaron durante la operación contra el top manta.
Precisamente la revocación de las detenciones se convirtió en el meollo de la negociación entre los mandos de los Mossos y los cabecillas de los disturbios. Al llegar a un paso a nivel, un centenar de senegaleses destrozó las barreras y los semáforos. Después volcaron varios contenedores y ya no se movieron de allí.
El espectáculo conmocionó a los miles de extranjeros que visitan Salou en pleno agosto. En general, los senegaleses no se mostraron agresivos durante la protesta salvo con los Mossos que les mantenían vigilados. El Ayuntamiento expresó su pésame por la pérdida humana y trabajó durante todo el día para solventar el conflicto: «Salou es una ciudad cosmopolita y de convivencia entre culturas donde la paz y la tolerancia es la tónica predominante y no deseamos que se vea alterada por ningún tipo de acto violento». Por la tarde también se presentó el cónsul de Senegal para mediar, pero fue empujado y abucheado hasta que desistió.
CRÍTICAS POLÍTICAS
Muerte «evitable». La CUP exigió ayer aclarar la muerte «evitable» del ciudadano senegalés, así como que se investigue la persecución policial que, a su juicio, sufren estos vendedores ambulantes cuando lo único que pretenden es subsistir.
«Apartheid». Según la CUP, la muerte del hombre es consecuencia de las políticas «racistas, excluyentes, xenófobas y de apartheid» que impulsan la UE, España, la Generalitat y muchos ayuntamientos.
Una «víctima de la criminalización de la pobreza». El tercer teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Asens, lamentó la muerte de una víctima de la «criminalización de la pobreza». En un mensaje colgado en la red social Twitter, entonó un «In memoriam» al «senegalés anónimo».