El Gobierno no debe criminalizar la pitada del himno y menos en caliente

RESULTA EXCESIVO criminalizar la pitada al himno nacional para evitar que las instituciones y autoridades vuelvan a ser abucheadas en un campo de fútbol. Tan reprobable es el comportamiento de aquellos aficionados del Barça y del Athletic de Bilbao que con sus silbidos empañaron la final de la Copa del Rey, como el de Artur Mas, que con su sonrisa hizo suyo el menosprecio. Sin embargo, el Gobierno no debe caer en la tentación de promover un cambio legal en caliente que atente contra un derecho fundamental como es la libertad de expresión. Podemos lamentarnos porque como dijo ayer la Defensora del Pueblo la bochornosa pitada del sábado es la expresión de un «odio, antipatía e irascibilidad» sólo rechazables. Pero guste o no a los españoles que se sienten representados por los símbolos de la nación, pitar el himno no debe ser un delito.

En 2009, la Audiencia Nacional ya zanjó este debate al confirmar que la pitada que sufrió el Rey cuando sonó el himno en la final de la Copa de ese año en Mestalla no constituyó delito. Por ello, sorprende la decisión adoptada ayer por la Comisión Antiviolencia de recabar información policial y abrir un expediente a los promotores de los abucheos para remitirlo a la Fiscalía. Con el precedente de hace seis años, esta sobreactuación parece más una declaración de voluntades que un intento real de penalizar lo ocurrido. También choca la premura con la que Carlos Floriano anunció ayer que el Gobierno estudiará cambios legales para ir más allá de la condena de lo sucedido. Esta declaración de intenciones del vicesecretario general de Organización del PP suena más a un guiño electoralista a aquellos votantes que reprochan la impasibilidad de Mariano Rajoy ante la amenaza independentista que a una decisión en firme de sancionar las pitadas modificando el código penal. Y más si se tiene en cuenta que el calendario hace que sea casi imposible cambiar la normativa antes del fin de la legislatura.

Debemos exigir a los clubes y a la Federación Española de Fútbol que reprochen este tipo de comportamientos de sus aficionados. Entre otros motivos, porque si un equipo decide jugar la Copa del Rey debe ser consecuente y respetar la figura que encarna ese trofeo. También debemos reclamar a los representantes de nuestras instituciones respeto por aquello que representan. La sonrisa con la que Artur Mas presenció, en pie junto al Rey, el abucheo al himno es una muestra de su mala educación. Pero sancionar a los 99.300 espectadores del Camp Nou es desmesurado.