CÚPULA de Caja Madrid, tarjetas opacas y millones de euros parece el título de una película de Podemos. De hecho es difícil no leer estas noticias con la voz de Pablo Iglesias, que suena de fondo con una cara suya gigante en neblina como las cartas de un ser querido. Del mismo modo que desde hace años yo no soy capaz de escuchar noticias de fútbol sin el tono afectuoso y complaciente de Rajoy, cuya lectura de labios se acopla siempre a la jornada del domingo, estas buenas nuevas de economía tienen la patente del tonillo de seminario de Iglesias: esa pausa en las sílabas de «lo vengo avisando», que recuerda a una madre tan llena de razón que al final le coges cariño al de las tarjetas. Hay una entrevista de Carlos Segovia a Pablo Abejas, director general de Economía de la Comunidad de Madrid, en la que se destaca una curiosa nube de tags: «Todo el mundo lo sabía», «soy una víctima», «era una práctica habitual», «no estoy imputado», «era todo legal». Parece que en lugar de con Segovia está hablando con Cintora. ¡Era todo legal! Hombre, no hay camino más corto para la delincuencia que ajustarse a la ley.

– No, agente, es que esto es legal.

– Ah, ¿confiesa?

La sustancia de la declaración de este hombre Abejas es que él se limitó a la tradición. Es una defensa apropiada porque todo el mundo sabe lo que cuesta romper una tradición en España, sobre todo si ahorras. Cuando se puso de moda no pagar por los periódicos, por ejemplo, al día siguiente eso ya era una tradición ancestral. En este caso además la acción aporta una transversalidad festiva, una infección en todos los órganos, que es imposible no escuchar después de cada párrafo el «no me interrumpas, yo no te he interrumpido a ti». Ha aparecido un líder de UGT en Madrid diciendo que hacía «uso razonado» de la tarjeta gastando 2.000 euros mensuales y que ahora «valora dimitir». Yo no sé si dimitir es fácil porque lo peor que he hecho en mi trabajo ha sido ilegal y jamás perdí la cabeza como para meterme dentro de la ley, pero el concepto de valorar una dimisión propia es de un virtuosismo profesional. Debería encargarle el trabajo a una asesoría con dinero público. Los consejeros de Caja Madrid habían metabolizado un pensamiento audaz: al pasar una tarjeta se acumula un cargo en el banco, y ese cargo lo pagan otros. Hacer ver a alguien que eso no es normal es uno de los asuntos más impresionantes del mundo. De determinados lugares no se vuelve, no digamos ya de un cajero gratis.