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PP-Podemos: la misma mierda

Desde que Hugo Boss diseñó los uniformes de la Wehrmacht y hasta los guantes de las SS, cada movimiento de masas tuvo sus disfraces: las camisas de Mao, las gorras verdes con estrellas rojas... Ahora la batalla no es de máscaras, sino de metáforas. Las exhibiciones asiáticas han quedado para los partidos de fútbol y las diadas de antorchas al estilo de los años 30 o de Corea del Norte. El Barça se vistió el viernes de senyera en el Tricentenario, pero nadie sale con los monos azules de Rimbaud o las blusas de los campesinos de Novecento, con la excepción de Gordillo y los jornaleros del SOC, que suelen llevar kufiyas y zapatillas de deporte.

Llegaron los del 15-M a la Puerta del Sol y no habían pasado por Cornejo; los recortes y las rebajas igualan a todos. Cogieron el eslogan fracasado de La Cabaña del Tío Tom, que volvió a ser la del Tío Sam. Venían en moto o en bici y llevaban en la mochila la lejía y el estropajo de limpiar la basura; luego se colaron en televisión.

El círculo de los profesores sabía que los mítines en la era digital se hacen en los platós, como profetizó Alfonso Guerra: «Prefiero un minuto de televisión que 100.000 militantes». Los chorbos primero asustaron a la derecha y después al socialismo-Audi: cuatro semanas rojeras, cuatro años amnistiando a banqueros y entrando por sus puertas giratorias.

Yo sabía que ante los nuevos izquierdistas acabarían embistiendo. Y ya lo han hecho. Como recuerda Manuel Hidalgo, los líderes de la socialdemocracia reunidos en Bolonia salieron con camisas blancas impolutas. «Camisa blanca –escribe– reflejo de la mente en blanco». Se han quedado sin ideas y atacaron la camisa de flores de Pablo Iglesias y al búho de Minerva en el hombro de Alexis Tsipras. Todos iban vestidos de yerno.

La nueva izquierda logró que los líderes del bipartidismo se arremangaran, pero los socialdemócratas, siempre anticomunistas, empitonaron a Podemos en el Comité Federal. López Alba describe la tibieza de los aplausos a Pedro Sánchez por su discurso bajo de tono, donde denunció el eje entre el «populismo y el PP», «una coalición de extremos para debilitar al PSOE».

Alba y yo recordamos la frase que pronunció Felipe González en Badajoz: «La derecha y la izquierda no son lo mismo, pero Aznar y Anguita son la misma mierda». La historia se repite como la morcilla (Ángel González), pero esta vez falta el sindicato del crimen. Han olvidado la manera de hacer una pinza. Los del PP atacan a Podemos; aún no están en el secreto.