Los cisnes

EL SILENCIO cómplice, culpable, de la izquierda española ante la exhibición de los periodistas degollados. Silencio atronador, como siempre que no se trata de insultar a los judíos y a los americanos.

Si la cabeza rebanada fuera la de Maruja Torres las manifestaciones no tendrían fin ni en Madrid ni Barcelona. La culpa sería de Bush, que ya no es presidente. Y de Sharon, que ya ni está entre nosotros. Si en el vídeo hubiera aparecido Maruja arrodillada, con su túnica naranja, hoy los periódicos habrían amanecido colapsados de articulistas vaticinando el ocaso y de lacrimógenos artículos que serían la metáfora de la metáfora. La izquierda tomaría las calles y las plazas para recordarnos que el Partido Popular es el diablo, como si alguna vez lo hubiéramos olvidado.

Pero no es Maruja. Es un periodista americano. Y en vuestra cloaca moral no merece ninguna piedad. Cualquier encuesta revelaría que el 90 por ciento de los votantes de la izquierda comparte los reproches a los Estados Unidos que los que van a morir son obligados a pronunciar. Tanta solidaridad para acabar pensando que los pobres chicos merecían ser asesinados.

Ninguna compasión, ninguna misericordia. Sois todas las categorías del mal que conducen al mismo callejón. Agua que no corre, caídas ramas de la Viña del Señor, catedrales vacías, dramas de Dios.

Como las viejas divisiones de Stalin, imperio de la tiniebla y de la desolación; como los hornos de incineración y los quirófanos ideados por Mengele, la izquierda totalitaria insiste en la persecución, en la devastación, y en humillar el torso de Europa.

El dolor es siempre el mismo dolor. Y el crimen el mismo crimen. Pero la línea entre el bien y el mal se vuelve a veces imperceptible y hasta los profetas cierran los ojos. Una humanidad de fondo tendría entonces que prevalecer y ser nuestra guía.

¿Ninguna tristeza al ver a este pobre chico con sus ojos arrasados por el miedo? ¿Ninguna ternura? ¿Eres padre? ¿Eres madre? Podría ser tu hijo. Gracias a estos valientes periodistas vivimos en un mundo más libre. Sé que el silencio va a ser tu única respuesta porque prefieres el odio a la vida.

Seguro que había cisnes cerca de Wansee –Valentí Puig lo dice– cuando los nazis decidieron la solución final.