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  • Raul del Pozo

Artur, ‘descarallado’

«Mariano Rajoy quiere ganar el partido por goleada y ser aplaudido en Europa». Así resume el match Cataluña-España uno de esos amigos del president que nunca me ha fallado. Yo le contesto: «Mariano Rajoy ha dejado a Artur Masdescarallado, hablando en gallego diáfano».

El propio Mas ha reconocido que ésta es la hora de «menjar els gripaus», tragarse sapos (en castellano, escuerzos). Le ha caído encima el gran sapo de Pujol y el gripau de Esquerra Republicana.

Mi informador, que se mueve con soltura en el Palau de la Generalitat, me recuerda que gracias a él yo fui el primero que dijo que no iba a haber referéndum. ¿Y si lo hay?, le pregunto. «Convocará la consulta, pero no se celebrará. Lo extraño es que Mariano necesite expulsar al capitán del otro equipo. Prefiere que el capitán sea Junqueras».

Según gente del círculo de Mas, para ganar por goleada el PP necesita a Junqueras y éste se deja querer contribuyendo a que llegue la expulsión de Mas, exigiéndole, en plan sádico, que saque las urnas a la calle, desafiando al Tribunal Constitucional. «Los dos líderes catalanes saben que un referéndum ilegal destruiría la legitimidad democrática de la Generalitat y el capitán sería inmediatamente expulsado del campo».

Antes del verano, Mariano Rajoy puso el carallo encima de la mesa y se mostró dispuesto a emplear todas las armas que le concede la Constitución para impedir una consulta ilegal. ¿Es que Mas ignoraba que el Estado, un predador frío, simbolizado en águilas y leones, es capaz en una semana de convertir a un padre de la patria en un taleguero? Aún se reserva el Estado el secreto del 90% de los sobornos, el pizzo mafioso de los últimos 40 años de nacionalismo.

Nunca sospecharon que Mariano Rajoy tuviera preparado un garrote y pudiera asumir las competencias de orden público a las que le autoriza el artículo 155 de la Constitución. Ahora no se necesitan capitanes generales que bombardeen Cataluña. Simplemente, se pone al frente de los Mossos a un comandante de la Guardia Civil.

Sin alardes. El acento gallego no es el acento castellano, sino un acento suevo, más regionalista, aunque sea el de cazadores de ballenas. Mariano Rajoy le habló a Mas como aquel presidente americano: despacito y con una estaca escondida. Mariano juró que no pasaría a la Historia como el presidente al que le arrebataran Cataluña.

Habrá movida en Cataluña y firmeza en Madrid. Los catalanes sensatos no quieren hacer el ridículo y que otra vez las ansias de independencia acaben en collonadas como cuando Macià y Companys.

Cuenta Pla que en los días de la gestión de Lluís Companys en el Gobierno de Barcelona, le despertaron una noche y Companys pegó un brinco, abrió los ojos desmesuradamente y se puso a gritar con las manos en la cabeza, como si hubiera enloquecido, diciendo: «Nos han descubierto. Tenemos que huir».