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  • Federico Jimenez Losantos

Tomar en serio a Podemos

HAY DOS clases de españoles, políticamente hablando: los que se toman en serio a Podemos y los que prefieren creer que, de momento, no tiene demasiada importancia. El «de momento», el arriolesco «son unos frikis», el rosadiezco «está pasando en toda Europa», el «algo pasajero», y otras variantes de la vagancia intelectual dura ya mucho pero es de temer que dure hasta que la cosa no tenga remedio, es decir, hasta que Podemos tenga el Poder al alcance de la mano. Tras las elecciones europeas publiqué en Libertad Digital un largo análisis sobre las posibilidades reales de que Podemos llegase a la Moncloa como elemento central de un Frente Popular Revolucionario. La encuesta que ayer publicaba EL MUNDO muestra que las claves de que ese «fenómeno» que muchos prefieren considerar pasajero siguen actuando en favor de este movimiento político que supondría la bancarrota del sistema constitucional. No la reforma, la liquidación. No el cambio, la revolución. Sí, ya sé que hay mucho listillo que cree que hay conceptos definitivamente demodés. Es lo que pensaban en Venezuela cuando Chávez llegó al Poder. Pues bien, Podemos es y quiere ser eso: Venezuela. Un país aburrido y exasperado, una clase política corrompida hasta el tuétano y un periodismo en busca de emociones fuertes. Algunas de las entrevistas que le han hecho este verano a Pablo Iglesias son de un entreguismo tan obsceno que sólo un imbécil puede creer sin importancia.

Aparte de la crisis en UPyD, que merece comentario aparte, tres son las claves del ascenso de Podemos: la absorción electoral de IU; la crisis del PSOE, hecho añicos por la corrupción andaluza y la asunción del guerracivilismo zapateril por Podemos; y la abulia del PP, que ha entregado los medios de comunicación a la izquierda y es incapaz de defender cualquier posición política, ideológica o moral. Que Rajoy se niegue a comentar durante todo el verano la confesión de Pujol sobre la corrupción estructural de su partido, esencial en el movimiento separatista catalán, el reto más grave que afrontan el Estado y la nación española, y que ese silencio del Presidente del Gobierno sea asumido sin sorpresa ni escándalo por los medios de comunicación prueban la gravedad de la crisis de la derecha. La Izquierda espera un Mesías. La Derecha, ni al Registrador.