Gracias, Casillas

ES LA primera vez que hablo de fútbol en serio. Mi motivación se llama Iker Casillas. No pertenezco al club de petardas que vieron en él al yerno de sus sueños, pero tengo una firme opinión de su persona y me apetece pregonarla. Casillas es la historia de la selección española de fútbol porque en él se concentran las virtudes y esfuerzos que nos han hecho felices. Denigrarle ahora es mear fuera de tiesto.

La imagen de Casillas ha dado grandeza al fútbol, tan sobrado de arrogancia y dinero. Afable y conciliador, guapete, el chico no pasea al volante de sucesivos coches deportivos ni gasta maneras de pijo clásico. Tampoco es creído como Ronaldo, golfo como Piqué o fantasmón como Ramos.

Me han sentado mal los comentarios que circulan desde el viernes, cuando la selección holandesa se merendó limpiamente a la española. Hacer ejercicios de objetividad no es fácil, sobre todo si se manejan materias tan pasionales como el fútbol o la política. A todos nos fastidió perder en Salvador de Bahía, pero en vez de glosar la superioridad física de los contrarios, la mayoría prefirió lamentar, con insultos y chanzas, el estado de shock en el que quedaron nuestros chicos tras el segundo gol holandés. Había que verlos. Parecían atontolinados, como si hubieran sucumbido al efecto narcótico de una sustancia. Aquel día, en las redes sociales cayeron chaparrones de exabruptos. Hasta el pobre Del Bosque, a quien siempre le hemos atribuido virtudes de franciscano, cobró algo más que collejas.

Y en esas salió Casillas y pidió perdón. «Es el peor partido de mi vida», dijo con pasmosa naturalidad. La primera en la frente ¿Existe algún futbolista, aunque sea de futbito dominguero, que reconozca algo semejante? ¿Y algún periodista? ¿Existe algún periodista que reconozca haber escrito la peor crónica de su vida? En cuanto al perdón, es tan infrecuente que resulta una excentricidad.

Recuerdo cuando Mourinho, que va de estupendo por la vida, lo apartó del primer plano. Iker no replicó. Sabemos de otros futbolistas que en la misma tesitura, se despachan con pataletas y contaminan de odio el vestuario. Es muy difícil ser humilde cuando la vida te obsequia con un papel protagonista. Para Casillas, en cambio, ha sido muy fácil. Hay que darle gracias por su ejemplo.