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  • Federico Jimenez Losantos

Partido de Espantados

ESTE SOCIALISMO que, por convención geográfica, seguimos llamando español está sufriendo tal epidemia de gastroenteritis política que, si no dan pronto con la tecla, dudo de que llegue a completar las listas municipales. Ni en las postrimerías de la UCD, en 1982, se vio un ataque de pavor como el que aqueja al PSOE, siglas que, atendiendo a ese terror que lo cerca de lo más arriba a muy abajo, de Este a Oeste y de Norte a Sur, cabría rebautizar como Partido de Sibilinos Objetores Espantados.

Lo de Partido es cierto aunque paradójico porque son dos siglas, PSC y PSOE, las que lo sufren, pero sin duda afecta a un solo partido porque el pánico que aqueja a sus dirigentes es idéntico. Si alguna vez estuvieron divididos, casi rotos, por el llamado derecho a decidir, ahora están unidos por el derecho a la autodeterminación en la indecisión. Si la crisis nacional española tiene una de sus causas principales en la crisis de la izquierda y si la izquierda arrastra esa crisis por la sumisión de los socialistas catalanes al nacionalismo, que a su vez trajo la del PSOE con respecto a CiU y PNV, ahora vivimos la regurgitación catalana de tan indigerible biberón nacional y son los líderes del PSC los que más miedo tienen a liderar nada. Tras la dimisión de Pere Navarro sólo diez días después de decir que no dimitía, ayer su sucesora Nuria Parlón dimitió antes de poder dimitir, anunciando que no sucedería a Navarro sólo diez minutos antes de empezar la reunión convocada para elegirla sucesora. Reconózcase que en la objeción espantada los socialistas catalanes están llegando más lejos que nadie. Y eso que aún no han perdido las elecciones; sólo los espanta el miedo a perderlas. Miedo da pensar qué podrían hacer después.

Pero entre los objetores espantados del PSOE también hay clases y ayer se manifestó lo que cabría llamar liderazgo sibilino en la espantá generalizada. Susana Díaz, lideresa indiscutible de la deserción si no existiera Carmen Chacón, que ha logrado desertar a la vez del PSC y del PSOE, anunció en El País que no apoyará a ningún candidato a la Secretaría General. O sea, que le da lo mismo quién dirija su partido, lo que piense, diga, defienda o deje de defender. Si no es ella, pasa. He aquí, pues, la primera deserción socialista científica: «O yo, o ¡bah!»