Fape, fake

EL PRINCIPAL problema del periodismo son los periodistas. Ni la tecnología. Ni los modelos de negocio. Ni otras rumbas negras. Los periodistas. Es molesto, o modesto, que diga esto un periodista. Elijan. Lo cierto es que la Federación de Asociaciones de Prensa, como dicen y subrayan ellos mismos: «La primera organización profesional de periodistas de España con 48 asociaciones federadas y 16 vinculadas que en conjunto representan a más de 21.000 asociados», ha emitido una resolución sobre el llamado caso Évole (una colección de estúpidas mentiras –fake las llaman para ennoblecerlas– sobre el 23-F que contó con la colaboración de algunos políticos como Joaquín Leguina, Jorge Verstrynge y Mayor Zaragoza), a instancias de una asociación de usuarios. Bastará una frase para describir el nivel de sutileza de la resolución: «Es un reportaje televisivo que pertenece a un ámbito que está más allá del periodismo, y que no debe someterse a sus principios». La primera ofensa de esta frase es que haya reportaje al margen del periodismo. La segunda, que ese «ámbito más allá del periodismo» sea lo mismo que decir algo más que periodismo. La tercera, que el redactor de una resolución semejante pretenda conocer los principios del periodismo. La exculpación de Jordi Évole tiene como eje (exagerando mucho con el eje) que su programa no era periodismo. Un asunto, por supuesto, que nadie discute. No era periodismo, pero sólo pudo producirse gracias al periodismo. Al periodismo que usurpó y falsificó. Exactamente igual que una mentira no es verdad, pero sólo puede darse por ella. Ninguna imagen más rotunda y trapacera, en este sentido, que la de los periodistas convocados al programa: Anson, Gabilondo y Ónega, no mintiendo como hombres cualesquiera, sino como periodistas acreditados.

El nulo respeto que la profesión le merece a la Fape es completo en fondo y forma. A la indigencia analítica le corresponde un inconcebible aluvión de patadas a la gramática (los numerosos errores ortotipográficos reflejan, sobre todo, una desidia que muta en desdén) que desmuestran cruelmente hasta qué punto el oficio ha tocado fondo. El que se atreva que se meta aquí: http://estudioae.com/fape.pdf, aunque ya advierto que no es un espectáculo agradable.

Por lo demás, yo debo rendirme a la evidencia y aplaudir a Évole. No se trataba de poner en evidencia ni a la política ni a la historia ni al Rey de España. Sólo se trataba del periodismo. De marcarse un fape.