EL PP tardó muchísimo en nombrar candidato a las elecciones europeas. No es la primera vez ni es un hecho extraordinario: el candidato de las generales de 2011 todavía no se ha nombrado. Son cuestiones que los expertos atribuyen a Arriola, un hombre misterioso al que EL MUNDO le arrancó una entrevista en la que hubo dos noticias: que no saliese con el perfil recortado como entrevistaba Carnicero a los que querían pedir perdón y llamar a Rajoy cliente en lugar de abonado. En cualquier caso en España se vota contra algo, así que el poder en campaña tiende a disiparse. Se hace uso discrecional de la democracia para calibrar rencores, y el entusiasmo se redirige al fútbol y a la cocina. Mejor, porque cada vez que un país sale de casa a votar eufórico aparece un dictador.
Cañete fue el último candidato de todos en llegar. Presentaba rasgos de política europea: tenía experiencia y gestionaba las cosechas, que es de lo que se va a hablar allí. La Unión Europea es Los santos inocentes pijo pero secándose las manos con el pis de otros. En Galicia sabe más de la UE un pescador que el presidente de la Xunta, y es natural que sea así porque al presidente le negocian los votos en los pueblos y al pescador los atunes en Bruselas.
Cañete es un candidato no electoral y se comportó como tal en el debate. Llevó unos folios que leyó con enorme destreza y cuando hizo amago de levantarse le dijeron que enfrente había una señora. Entró en pánico porque la política española está tan degradada que en las campañas ya sólo entran showmans, y Cañete es un señor tan serio que cuando levantó la vista y vio que la señora además era rubia se dijo que hasta aquí hemos llegado: calló como un muerto y luego dio esa explicación de que estaba conteniéndose todo el rato para no ganar.
Es probable que dijese la verdad y se revelase como un machista, pero también podría ser que, metido en la televisión, comprobase que los duelos no son lo suyo. Para disfrazar la vergüenza Cañete se habría dicho: mejor machista que vencido. O ya en modo sublime: mejor machista que vencido por una mujer.
La campaña está en la tierra de Valenciano (las tías y los tíos) y se le ha ido a Cañete, que quería hablar con cierta conmoción de tomates y exportaciones. Ayer expresó un quejío: «Nosotros hablamos de Europa y los partidos de otras cosas». Pero no hablan de otras cosas: hablan de él, que se puso en medio. Le queda una semana de melancolía del tiempo en que fue candidato a voces, estropeado cuando, al ser confirmado, las voces las empezó a dar él.