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  • Federico Jimenez Losantos

La ‘conjura antimonárquica’

Hay que leer con cuidado el último libro de Inda y Urreiztieta del que daba cuenta ayer la Crónica de EL MUNDO. Porque lo publicado ayer de La Intocable, sobre la Infanta Cristina, continuación del gran libro de 2012 Urdangarin. Un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos, obliga a reflexionar sobre el papel que en la corrupción de las instituciones del Estado ha jugado el Rey, pero acaso más sobre el papel que en la corrupción de la Monarquía y su descrédito están jugando las instituciones del Estado. La reunión en el palacio de la Zarzuela del Jefe del Estado, el Jefe de su Casa, el presidente del Gobierno, el ministro de Justicia y el Fiscal General del Estado en febrero de 2012 puede parecer el acto despótico de un Juan Carlos dispuesto a ciscarse en la Justicia para evitarle problemas a su hija Cristina. Sin embargo, repasando la cronología de los hechos y el mensaje del Rey en la Nochebuena de 2011, nítidamente en contra de los Urdanga-Borbón, creo que hay que mirar en detalle el calendario para ver lo que pasó y lo que pudo haberse evitado. Que es o pudo ser muchísimo.

En mi opinión, no hay duda de que el Gobierno podía y debía haber apuntalado esa línea de transparencia y hasta de regeneración institucional que marcaba el mensaje navideño del Rey sin tener que obligarle a elegir la legalidad y la ética por encima de la impunidad. De hecho, en noviembre y diciembre, el Rey y, sobre todo, el Príncipe, estaban clarísimamente por la legalidad y la ejemplaridad en el que entonces era aún el caso Urdangarin. Es verdad que entre Nochebuena y la Pascua militar de 2012 se producen una serie de presiones dentro de la familia, en especial de la Reina, que asume la defensa de los pájaros de Nóos-Aizoon y se exhibe con ellos en la portada de ¡Hola!, tal vez en venganza y, en todo caso, en contra del Rey. Sin embargo, Rajoy y el flamante Gobierno del PP, recién ungidos en las urnas por mayoría absoluta, podían haber volcado el pulso dentro de la Familia Real en favor de la legalidad y no de una impunidad sellada en las cloacas del Estado. Ese Rajoy –tan distinto del Cánovas que impidió que los Borbones echaran a perder la Restauración– es la clave de la supuesta «conjura antimonárquica» que tanto abruma hoy a la Corona. Y sobre la que todos deberíamos meditar.