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  • Federico Jimenez Losantos

Que lo hagan duque ya

COMO SUÁREZ Illana siga apoyando a la Monarquía, la derriba. Como se empeñe en documentar lo que no se puede documentar, y siga liando fechas y datos acabará convenciéndonos a todos de lo que ni siquiera Pilar Urbano dice en el libro: que el Rey estaba al tanto del 23F. Tras abandonar su carrerita política manchega –utilizando a su padre ya tan mermado de facultades que toda España se dio cuenta de su enfermedad– sólo habíamos sabido de Suárez Illana que pedía al Rey heredar el ducado que por ley le corresponde a su sobrina Alejandra, «porque su padre le dijo que lo quería así». Donosa forma de administrar últimas voluntades, cuando su padre ya no podía confirmarlo. Justo lo que él reprocha a Urbano, pero mucho peor. Sin embargo, el Rey debe concederle ya, pero ya, un ducado, una baronía, un marquesado o, según el genial neologismo atribuido a Mariló Montero, un duquesado. Lo que sea, pero que se calle, porque si continúa revelando novedades sobre esos años, este tío se carga la Transición y quien la trujo.

No entraré en el hecho significativo de que en 1980 Suárez Illana tenía 16 años (es de Mayo del 64), que no es edad para que su padre compartiera con él secretos de Estado, incluso si hubiera poseído un talento político excepcional, cualidad que parece temerario atribuirle. Pero decir, como ayer a Victoria Prego, que a mediados del 80 Suárez y el Rey habían acordado amigablemente que lo sustituyera Calvo-Sotelo es algo que, si fuera cierto, cambiaría radicalmente la historiografía española. Aceptemos que esto no sea fabulación de un ambiciosillo ayuno de medios intelectuales. ¿Pero por qué, entonces, el Rey y el Presidente aguardaron callados siete meses para conseguirlo, forzando la conjura de los barones ucedeos, el peregrinaje político de Armada, el brutal deterioro del clima político y de la imagen de Suárez? Si urgía, ¿qué esperaban? Otra perla de Illana: sí, Suárez quiso dar marcha atrás en su dimisión el 24-F, pero ¡para acabar con los restos del golpismo militar! ¿No bastaban el Rey y Calvo-Sotelo, que, sabiendo lo que le debía a Suárez contaría con él? ¿O pretendía Suárez defender la legalidad al margen de la legalidad?

Desde Horrach con la Infanta, nadie perjudicaba tanto a la Corona defendiéndola. Denle un ducado, una tarde en San Isidro, lo que sea, pero ya.