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  • Lucia Mendez

Desde aquella Diada del millón y medio que le abrió los ojos para liderar la liberación de Cataluña de la esclavitud, Artur Mas se ha ido forjando una nueva identidad. Era un político tecnócrata más bien aburrido y ahora es un personaje bíblico. Lo ha dicho su amigo Santi Vila, el consejero de Territorio y Sostenibilidad: «El president es uno de los personajes más admirables y con una carrera política más desdichada. Un verdadero héroe de tragedia griega». Así le ven sus próximos y, seguramente, así se ve él a sí mismo. Los demás podemos ironizar cuando Mas se compara con Ulises en su viaje a Ítaca, cuando equipara su misión a las de Luther King o a Gandhi, o cuando asegura que Cataluña puede vencer a España como Davidvenció a Goliat. Pero él lo dice en serio.

No hay que menospreciar las transformaciones de los que mandan a la hora de analizar la realidad política. En CiU, como en el PP o en el PSOE, los líderes tienen un poder omnímodo y en sus personalidades se encuentra muchas veces la clave de la evolución de los acontecimientos. Mariano Rajoy no se tomó nunca muy en serio la pretensión de Mas de convocar un referéndum. El presidente del Gobierno español, la mayoría de los empresarios catalanes, IsidroFainé, el Rey, el Príncipe, el PSOE, los esforzados de la tercera vía y muchos analistas que absorben como una esponja las tesis oficiales llevan dos años esperando a que Artur Mas entre en razón y abandone su idea de llamar a las urnas el 9 de noviembre para que los catalanes decidan si quieren separarse de España.

Ya frenará, era la tesis. Se equivocan. Él no frenará y nadie puede pararlo porque ha dejado de ser un político normal tirando a aburrido para ingresar en el olimpo de los héroes de tragedia. Y éstos asumen su destino sin rebelarse. Aunque les cueste la vida. O el cargo, en este caso. Sus palabras han de tomarse muy en serio porque hasta ahora su hoja de ruta se ha cumplido al milímetro. Y si ahora promete que el 9-N sacará las urnas a la calle usando la legalidad catalana si la legalidad española se lo impide, nadie debería pensar que va de farol. Va en serio y tiene el respaldo de su partido, el de ERC y el de muchos catalanes, que llevan años construyendo una identidad propia al margen de España.

El ministro García-Margallo es consciente de la gravedad a la que se enfrentará el Gobierno si Artur Mas decide sacar las urnas a la calle. Y no se calla –como hacen todos los demás ministros siguiendo las instrucciones del presidente– porque es amigo de Rajoy y nadie le puede acusar de ir por libre. Pero al equiparar el referéndum de Crimea con el que planea Mas le ha dado al presidente de la Generalitat un motivo para convertir Cataluña en un país clave de la geoestrategia mundial. Qué más quiere.