Líder de UPyD

«SOY UNA ABUELA TOTAL»

Ala líder de UPyD, Rosa Díez (Sodupe, 1952), no le gusta hablar de sus hijos Diego, de 39 años, comercial y padre de un niño, y Olaya, de 32, que ejerce como técnico de sonido en la capital. Aunque se deshace en halagos en las redes sociales a su nieto Luca, de tres años, que vive en el País Vasco con sus padres, la familia es punto y aparte para ella.

Por eso, cuando la semana pasada salió una foto de ella de compras con su hija y los medios le preguntaron por la estética rompedora de Olaya —brazos tatuados, piercing en la nariz, tinte bicolor a lo Morticia Adams y camisetas con mensajes antisistema en sintonía con esa polémica foto que en su día se difundió de las hijas del entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero—, ella se negó en banda a contestar. Ni sus hijos ni su marido (José Ignacio, Iñaki, Fernández de Ochoa) forman parte de su vida pública.

Pregunta.— ¿Sus hijos son tan transgresores y rebeldes como usted? ¿Qué valores les ha inculcado?

Respuesta.— Bueno, no sé que consideras ser transgresor… Ellos son bastante distintos entre sí… hasta físicamente. Aunque ambos, a su estilo, son espíritus libres, muy libres. Y quiero creer que han aprendido a ser batalladores, a dar la cara por otros, a vivir la alegría de las cosas pequeñas y a ser sinceros y honestos. Me siento muy orgullosa de ellos.

P.—Usted, que siempre ha dejado aparte a su familia, ¿qué le parece el hecho de que otros compañeros de partido aireen su vida privada?

R.—En absoluto critico a otros compañeros que exponen más a sus familias, pero ésta es mi opción.

P.— La presión de tener una madre entregada a la política es a veces muy dura, sobre todo en la adolescencia, ¿cómo ha enseñado a sus hijos a sobrellevar las críticas?

R.— En casa hemos hablado las cosas sin tapujos, tratando de quitar importancia a lo que no era importante. Quizás el hecho de vivir en Euskadi y de tener otras cosas por las que preocuparnos nos ha ayudado a relativizar.

Alguna vez ha contado cuando recibió en su casa un paquete bomba en 1997. Entonces ella era consejera del Gobierno Vasco. Su marido lo recogió y algo falló, para su fortuna, al intentar abrirlo. La bomba estaba dentro de un libro, un anuario de El Correo, que ETA había vaciado para poder colocar un explosivo. Su hija pequeña, que tenía entonces 14 años, quedó marcada por este hecho. Y cuando ella intentó quitar importancia al envío del paquete y sus consecuencias, ella le contestó con la franqueza de los niños: «Mamá, yo un poco de miedo sí que tengo». Aunque aquí, Rosa Díez, se percató de que su familia era vulnerable y que las bombas no sólo llegaban a los despachos oficiales, siguió con firmeza su andadura política.

P.— ¿Diego y Olaya han pasado alguna vez miedo por su culpa?

R.— Mis hijos han pasado miedo en el País Vasco. Miedo por mí, no por ellos. Me veían siempre con escoltas.

P.— ¿Sintió alguna vez que les ponía en peligro?

R.— Que les ponía en peligro no lo pensé. Que les complicaba la vida, sí. Porque era cierto.

P.— Usted tiene la profesión menos conciliadora del mundo, ¿cómo hace para seguir tan buena relación con su marido y sus hijos?

R.— Mantenernos todos unidos ha sido posible gracias a la gran complicidad familiar (ella pasa el 80% de la semana en un hotel de la capital) y a que nos echamos mucho, mucho de menos.

Que su hija Olaya resida y trabaje en Madrid ayuda a que las estancias en el hotel no sean tan solitarias y de vez en cuando pueda compartir momentos como salir de compras o ir a cenar juntas. La líder de UPyD recalca que sus hijos nunca han querido seguir sus pasos en la política, aunque Olaya, de manera simbólica, esté en los últimos puestos de las listas de su partido en el País Vasco.

También refleja el apoyo incondicional de sus hijos al trabajo de su madre. Olaya dedicó a su progenitora en Facebook una frase del pastor evangélico estadounidense John C. Maxwell, experto en liderazgo y superventas en la materia: «Cuando quieras emprender algo habrá mucha gente que te dirá que no lo hagas. Cuando vean que no te pueden detener, te dirán cómo lo tienes que hacer y, cuando finalmente vean que lo has logrado, dirán que siempre creyeron en ti», que fue compartida 2.000 veces por los seguidores de UPyD.

Esta entrevista se realiza unas horas antes de que coja un avión a Estados Unidos. La han invitado a la conferencia anual del lobby proisraelí AIPAC (American Israel Public Affairs Commitee) en Washington D.C, una organización sin ánimo de lucro que se dedica, según reza su web, a promover las relaciones entre Estados Unidos e Israel para reforzar la seguridad de ambos países y en la que participan congresistas de todo signo político. No quiere comentar nada sobre este evento. Sólo que va como invitada. Para cuando salga esta entrevista ya estará de vuelta en Madrid. Rosa se despide con prisa, pero sin dejar de ser amable. Va a mil.

Recuerdo la última frase de la última vez que la entrevisté: «No soy hiperactiva, porque la hiperactividad es una enfermedad». Sólo hace un apunte: «He sido siempre una madraza en toda regla, y ahora soy una abuela total. No hay nada como los hijos, nada, salvo los nietos».