La misma piedra

Los socialistas navarros (cuando van a la posada, chispún...) son los animales políticos capaces de tropezar dos veces en la misma piedra sin sacar ninguna conclusión para no descalabrarse la segunda. Algo ha cambiado el dramatis personae desde 2007: entonces, los actores principales eran Miguel Sanz por UPN y Fernando Puras por el PSN. Rubalcaba es el mismo: entonces era ministro del Interior; hoy, secretario general del PSOE.

El problema, entonces y ahora, son las alianzas non sanctas. El ministro Rubalcaba temía que el acuerdo del PSN con Na-Bai e Izquierda Unida de Navarra (Izq-Ezk) fuera saludado por ETA –que había roto la tregua el 5 de junio de 2007– con un coche-bomba que les dejara en posición desairada. Pepe Blanco negoció con Sanz la retirada de Puras, que volvió del corazón a sus asuntos. A cambio, Sanz rompió la unión hipostática de UPN con el PP.

El dirigente del PSN, Roberto Jiménez, está repitiendo el efecto Puras paso a paso. El invocado asunto de corrupción ha hecho aguas en una comisión creada ad hoc para encontrarla, aunque a algunos de sus miembros les diera algo de alipori. El principal socio de Geroa Bai, el PNV, tuvo un diputado general en Guipúzcoa que no se limitó a interesarse por datos fiscales de un contribuyente, un miembro de su propio partido, Jon Jauregi, que pertenecía al sector Egibar y era el candidato del PNV a sucederlo. La filtración de los datos a la Ser acabó con la candidatura de Jauregi, que fue sustituido por Markel Olano. También con la carrera de González de Txabarri.

Evidentemente, Rubalcaba no teme un más que improbable atentado de ETA, pero sí desconfía de los argumentos tranquilizadores de Soraya Rodríguez, un pourparler sin mucho fundamento. La coincidencia en el voto durante una moción de censura no es un hecho fortuito como encontrarse en una cafetería. La posibilidad de que presenten la moción Geroa Bai e Izq-Ezk es imposible: sólo suman la mitad de los 10 votos que se necesitan para plantearla, según la Ley del Amejoramiento. Y los cinco votos que les faltan sólo se los pueden dar el PSN o Bildu, para luego votarla todos juntos.

Barcina apura a tope la debilidad estratégica del PSN. Sin embargo, su posición no es más fuerte a medio plazo, salvo un cambio del mapa electoral navarro no esperable en las elecciones, cuando quiera que se produzcan. Ella no ha podido mantener un acuerdo mínimo con los socialistas, y muy probablemente, UPN seguirá necesitando el apoyo del PSN menguante para poder gobernar frente a un Bildu creciente. Tal vez el desenlace de todo este vodevil sea el cambio en la Presidencia.

Rubalcaba necesita autoridad si quiere seguir al frente del PSOE, con primarias o para saltárselas. Se llegó a pensar que en Cataluña debería presentar candidatura del PSOE frente al PSC, y ahora se abstiene de votar por la Constitución en el Congreso. No ha llegado hasta aquí para que un tal Jiménez le haga perder sus posibilidades en las europeas y en la secretaría general. Incluso por el partido. Cualquier otra posibilidad es peor. Y él lo sabe.