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  • Federico Jimenez Losantos

El céntimo prisaico

LA DEROGACIÓN, vía Estrasburgo, del llamado «céntimo sanitario», impuesto en vigor desde 2002, es decir, desde la boyantía aznarí a la recuperación tararí que te vi, pasando por la ruina zapaterí, muestra que hay fechorías de imposible rectificación. Cobrar un céntimo por litro a los que compran combustible para emplearlo en la sanidad pública es una trola dentro de un robo, porque en el sistema fiscal español, como en el eléctrico, todo lo que se consigue va a parar a una caja común, desde la que se reparte a través de los Presupuestos del Estado. Decir que se cobraba ese céntimo para la sanidad era mentira, era el placebo ternurista (¿quién tendrá el corazón de piedra de negarse a pagar un céntimo –nos decían– para salvar a un niño, cuando gastas mucho más contaminando la atmósfera?) para colarnos un impuesto finalista, que sobre anticonstitucional, era un atraco.

Al político metido a arbitrista le resulta fácil vender una subida de impuestos camuflada de cuestación para el Domund. La diferencia es que para Cáritas, la Cruz Roja o World Vision tú das algo, lo que sea, sólo si quieres dar. Llenar el depósito, y pagar de paso el céntimo sanitario, no era una opción para el que necesitaba el coche, la furgoneta o el camión para su trabajo. O para lo que le dé la gana, que bastantes impuestos nos cobran ya como para tener que dar explicaciones a filesios y gurtelianos. El atraco se consuma ahora por la prescripción del delito que se persigue. Los que ahora reclamen sus miles de céntimos robados y guarden justificantes y recibos, o sea, pocos, sólo podrán recuperar lo robado desde 2009. Los siete años anteriores, se los queda la Brigada Infanta Cristina de Equidad Fiscal.

Pero lo del céntimo por caridad que esconde un atraco de verdad es una tradición que no debería perderse. Y, Soraya mediante, no se perderá. Ayer supimos que Prisa ha perdido este año 649 millones, aumentando así esos miles de millones de euros que desde hace tiempo no cuadran en sus cuentas. Bueno, hay cuentas particulares que sí cuadran, pero las del grupo, no. ¿Permitirán Zarzuela y Moncloa que su órgano oficioso padezca tan vulgar padecimiento financiero? ¡Hasta ahí podríamos llegar! A céntimo sanitario muerto, céntimo prisaico puesto. Y en 2026, ya hablaremos. Bueno, al paso que vamos, ya hablarán.