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  • Federico Jimenez Losantos

Casi se ofende

MENOS MAL que la Infanta Cristina no se ofendió del todo cuando le preguntaban por su condición de escudo fiscal de Aizoon, la sociedad instrumental que extraía de forma desvergonzadamente ilegal cuantiosos fondos de la sociedad dizque sin ánimo de lucro Nóos, para mejorar las mejorables quisicosas de la vida cotidiana. Menos mal que dijo «señoría, eso casi me ofende», porque si realmente se hubiera ofendido por la pregunta del juez se habría puesto a la altura de cualquier ciudadano español en sus tratos con Hacienda y la Justicia, y eso de sentirse como un ciudadano cualquiera es lo que, vistas sus declaraciones, la hubiera ofendido más. De hecho, cualquier persona medianamente alfabetizada y que haya hecho alguna vez –o le hayan hecho y dado a firmar– una declaración de Hacienda se sentirá ofendida, sin casi, por la cara de mármol exhibida por la hija del Rey ante el juez Castro, previamente injuriado por la servidumbre fiscal de la Corona. Por el servicio, vamos.

La Infanta que casi se ofende y que puede ofendernos, sin casi, eludió contestar al juez 579 veces, según el minucioso recuento hecho ayer por El MUNDO: 412 «no sé», 82 «no lo recuerdo», 58 «lo desconozco», siete «no me consta», siete «no lo sabía» y siete «no tenía conocimientos». El problema es que la soberbia de la Infanta es superior, si cabe, a su codicia, y por eso casi se ofende ante el juez. Exactamente, dijo: «Nunca hubiese aceptado que se me hubiera utilizado como escudo fiscal, nunca»; «No, ni lo hubiera aceptado, ni me consta, casi me ofende, señoría»; «Precisamente por ser hija de rey quizá se me ha sometido a un escrutinio mayor y se me ha mirado con más detalle todos los temas relacionados con la Administración y con temas delicados y referentes a Hacienda»; «Siempre he ido con mucho cuidado y he cumplido con mis obligaciones»; «Siempre hemos tenido cuidado de hacer las cosas con pulcritud y, en mi caso, por ser precisamente quien soy, hija de quien soy, pues hacer las cosas meticulosamente». Como ciudadano –entre decenas de millones de españoles– que lleva pagándole su regalada vida a la Infanta desde que nació, me ofende, sí, sin casi, que presuma de hacer las cosas meticulosamente y de no saber absolutamente nada de las cosas, como qué es el IRPF o el plan PADRE, que es su plan. Tan lista y tan tonta, no.