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  • Federico Jimenez Losantos

Cataluña se llama Quico

EL SEPARATISMO catalán, con el silente aplauso de casi toda la Prensa cuando no va con ellos, ha perpetrado una fechoría más contra la libertad de los españoles, especialmente contra los que hemos tenido la suerte de poder escapar vivos de ese lodazal de corrupción y despotismo que desde hace 34 años es la Cataluña de Pujol y Mas. En nombre del pueblo catalán, que por lo visto se llama Quico, la Generalidad se gastará nuestro dinero demandando a siete humanoides identificados por el CAC, policía política audiovisual de Mas. El delito contra el pueblo catalán, o sea, Quico, es criticar la utilización por TV3 en la última Diada de niños educados en el odio a España y que componían el típico retablo totalitario nazi o soviético. Que un juez admita una demanda contra una persona física en nombre de un ente metafísico llamado pueblo catalán representado por unos políticos golpistas muestra cómo están la Justicia y Cataluña. Y España, que se deja.

Cuando se publicó el informe del CAC, pedí públicamente al Fiscal General del Estado una orden de alejamiento contra estos politicastros que usan torticeramente la legalidad española para montar el típico auto de fe contra sus aperreados judíos, siguiendo el ritual de siempre: insultar en los medios, perseguir en las instituciones y condenar en los juzgados a los que vemos con horror –y criticamos en uso de nuestro derecho–el totalitarismo en Cataluña.

Entiendo que Torres-Dulce estuviera muy ocupado defendiendo a la Infanta para perder el tiempo conmigo. Y sé que el PP y el PSOE disfrutan con estos atropellos, pero pueden y deben pararlos ya. Si no, continuarán con Sánchez Camacho lo que ya inició el CAC acusando de «promover el odio contra el pueblo catalán» a la diputada de Ciudadanos Inés Arrimadas, elegida con trescientos mil votos por ese pueblo de Cataluña que ni es pueblo ni catalán. Fíjese señor Fiscal: al CAC no le molesta que hagan programas en TV3 justificando el atentado contra mí, que me saquen en Polonia haciéndole una felación a Aznar (fantasía erótica del guionista, supongo), que le disparen al Rey y a Sostres en efigie o que en un telediario infantil salgan niños exhibiendo su odio a España. Y así, Tardá puede llamar nazi al que le lleve la contraria. A otros nos vejan y nos multan por llamar nazis a los nazis.