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  • Raul del Pozo

Los intocables

Antes mandaban los linajes; ahora, los políticos. Y vuelve ese sueño de administrar las noticias como se administran los impuestos. Ya no se prohíbe la palabra teta, pero corrupción empieza a ser un vocablo turbio. No hay que darle a esto demasiada importancia, ni hay que dramatizar: los mejores textos de la lengua castellana se hicieron con Inquisición e Índice.

Un compañero con el culo tostado dice que molesta la prosa libre. ¿Y cuándo no?, colega. Me informa de que no sólo en Cataluña, sino en la capital del Reino, se elaboran fichas para controlar las tendencias de los medios. «Ocurre –dice– lo que nunca ha ocurrido: se dan consignas a las empresas del Ibex para que hagan o no publicidad en según qué periódico».

No entiendo cómo pueden asustarse con empresas que se trastabillan; dos o tres están al borde de la quiebra. Al parecer, también se ponen nerviosos porque los periódicos on line vigilan la gran cloaca. Los poderes fácticos han cambiado de sotana, de uniforme o de corona. Ahora, según mi escéptico compañero, hay otro tipo de intocables. Le digo que me dé las iniciales de cuatro. Sin dudar, recita: la B, la S, la M y la F. Qué miedo.

Hay quien piensa que la Justicia es un vano fantasma que hace juegos malabares con la balanza y guiños por debajo de la venda. Pero los procesos siguen, llegan los juicios y los acusados temen tanto a las condenas como al despellejamiento mediático y a la guillotina virtual.

Ya habrán visto ustedes el papelón de los fiscales de las Islas Baleares, cambiado el ropón de defensor de la legalidad por el de abogados defensores. Además, los ensotanados acusan a la prensa y la televisión de acosar a la hija del Rey. Pero no ha sido la Infanta Cristina la que ha denunciado la grabación del vídeo, sino la Policía, basándose en que es delito por la prohibición del juez.

Mientras haya periódicos y televisiones libres, les va a ser imposible prohibir las grabaciones ocultas. Ahora se puede llevar la microcámara en un diente o en la punta del pijo. El fiscal jefe de Baleares dice que la grabación de la Infanta es impresentable, como si aún viviéramos en el viejo mundo. Las sabandijas leguleyas han puesto en la picota el vídeo y han aprovechado el escándalo para darle a la carraca contra la prensa libre.

Me dice un jurista serio que el juicio oral puede ser público, pero la fase de instrucción debiera ser secreta. Pero, Señoría, ¿no era la Justicia libre, gratuita y pública? ¿Desde cuándo se respeta el secreto de sumario?