DICK SWAAB Catedrático de Neurobiología en la Universidad de Amsterdam

«La homosexualidad se decide en el útero»

‘Somos nuestro cerebro’ ha vendido 400.000 ejemplares en Holanda rodeado de polémica. Feministas, gais, líderes religiosos y colegas han criticado algunos de sus planteamientos, que sostienen que el cerebro apenas cambia tras el parto

Esta semana, en una tertulia en la residencia del embajador de Holanda en España, el neurólogo Dick Swaab (Ámsterdam, 1944) mostraba una foto de sus hijos cuando eran pequeños: la niña entretenida con unas muñecas y el chico con un coche. A continuación, mostró la misma escena protagonizada por dos monos, hembra y macho. La fijación de unos y otras por ciertos juguetes, explicó, no tienen nada que ver con el ambiente o la educación, sino con las preferencias del cerebro femenino por los rostros (las muñecas) y por los objetos en movimiento (los coches) en el caso del cerebro masculino. Swaab ha visitado esta semana Madrid invitado a los Diálogos por la Ciencia que organiza la Obra Social La Caixa y para presentar su best sellerSomos nuestro cerebro (Plataforma editorial), un libro que lleva vendidos más de 400.000 ejemplares en Holanda y al que acompaña la polémica desde su publicación por sus puntos de vista sobre la homosexualidad, el crimen o la religión.

Pregunta.–Uno de los aspectos más controvertidos de su libro es el que indica que la orientación sexual se determina durante la gestación del embrión en el embarazo.

Respuesta.–La orientación sexual se determina en el útero materno por una serie de factores. Un 50% de ellos son genéticos y los otros son interacciones entre las hormonas y las células del cerebro en desarrollo. Puede haber muchos factores implicados, también externos. Como el estrés de la madre durante la gestación, que segrega altos niveles de hormonas como el cortisol que atraviesan la placenta e interactuan con las hormonas del cerebro en desarrollo, también el tabaco (la nicotina afecta al cerebro en desarrollo), ciertos fármacos, compuestos hormonales... Hay otro factor interesante que también influye: el número de hijos varones nacidos antes que tú. Es una cuestión inmunológica, cuando la madre está embarazada de un niño, éste genera una proteína que el organismo de la madre reconoce como extraña, y produce anticuerpos contra este compuesto. Cuantos más hijos varones haya tenido, más eficientes son esos anticuerpos y eso influye en la orientación sexual del cerebro en desarrollo.

P.–Sus puntos de vista sobre la homosexualidad han sido criticados por quienes consideran que se trata de una manera de patologizar o medicalizar la cuestión.

R.–La ciencia es una búsqueda de la verdad. En los años 60 ó 70 se creía que la homosexualidad era fruto de una madre dominante. Ahora sabemos que la base está en el cerebro, hay variabilidad en todo lo que hacemos y debería aceptarse. Nada más lejos de patologizar, sino aceptar que la gente es diferente, que hay que proteger esas diferencias y permitir a cada uno vivir de acuerdo a lo que marca nuestro cerebro.

P.–Algunos colegas argumentan que sus afirmaciones no se ha replicado en otros ensayos, que no hay evidencias suficientes.

R.–Sí, hay estudios que demuestran eso. No estoy muy de acuerdo con esa afirmación. Además, se demuestra también porque la gente ha intentado corregir la homosexualidad de diversas maneras hasta la fecha sin éxito. Se ha tratado con hormonas, castración, trasplante de testículos, psicoanálisis, compuestos como la apomorfina... También se ha encarcelado a la gente, pero nada de esto logra cambiar la orientación sexual. Hay otra línea de investigación más reciente, sobre los hijos adoptados de parejas homosexuales, y se ha demostrado que criar a un niño en este entorno no influye en su orientación sexual, porque todo está programado desde muy temprano en el desarrollo cerebral.

P.–Según sus puntos de vista, ¿qué papel tienen la educación o el ambiente social sobre el cerebro?

R.–Por supuesto que todo lo que aprendemos cambia nuestro cerebro, nuestras sinapsis. El cerebro está cambiando por todo lo que aprendemos, lo que hacemos, lo que vemos, lo que pensamos... el cerebro tiene una cierta plasticidad, pero para algunos comportamientos –como la orientación sexual o la identidad de género– no hay esa plasticidad.

P.–¿Qué hay sobre la inteligencia? ¿Hay una especie de gen de la inteligencia?

R.–El cociente intelectual [IQ en inglés] es un 88% genético, por eso es importante elegir bien a tus padres. La inteligencia es el producto de todos los genes que componen el cerebro, no hay un gen de la inteligencia. Es la forma en que el cerebro reacciona al entorno y soluciona los problemas.

P.–¿Hay algo que las madres puedan hacer en el embarazo para que sus hijos sean más inteligentes?

R.–Las madres pueden hacer mucho para evitar daños, dejar de usar fármacos que no sean imprescindibles, evitar el tabaco, el alcohol, la contaminación... Todo eso es muy importante para el desarrollo del cerebro en el útero. También se puede ejercitar el cerebro después de nacer si el niño crece en un entorno sano y estimulante, la estimulación es ejercicio para el cerebro. Crece en un hogar bilingüe, por ejemplo, puede retrasar hasta cuatro años la aparición del Alzheimer.

>Vea hoy en Orbyt un resumen de la entrevista con el autor.

Científico, «super ventas» y polémico

Swaab – director durante 30 años del Instituto Holandés de Investigaciones Cerebrales y catedrático de Neurobiología – defiende que todo lo que somos viene predeterminado desde antes de nacer, durante el desarrollo del cerebro en el útero materno: nuestra orientación sexual, nuestra espiritualidad, enfermedades como la esquizofrenia o la depresión, incluso la agresividad. Y poco hay que el ambiente o la educación posterior puedan hacer para cambiar ese determinismo. Algunas de sus afirmaciones más polémicas son las que indican que la exposición a la nicotina o las anfetaminas en el útero aumentan las probabilidades de dar a luz una niña lesbiana o que el estrés en la gestación se relaciona con tener un varón homosexual. También asegura que el comportamiento rebelde de los adolescentes es una manera evolutiva de evitar el incesto.