• Sala de columnas
  • Fernando Sanchez Drago

Tantas veces Pedro

TENÍA mi columna escrita sobre otro asunto cuando me alcanzó de lleno en Pnom Penh, como un obús de Pol Pot, lo que el jueves sucedió en la sede de este periódico. Pocas horas antes –hay días en los que más vale no hojear la prensa- me había enterado de la muerte de Félix Grande. Nomen est omen, decían en Roma. El nombre define, amenaza y es el portulano del destino. Grande era Félix y ojalá haya sido feliz, aunque eso, con los poetas, esté siempre por ver. El extraordinario periodista que ayer dejó de dirigir EL MUNDO había descerrajado su apellido introduciendo en él una jota mayúscula que quizá explique su destitución. Me agrada pensar, y no es agravio, sino homenaje, que esa jota viene de joder. Pedro, efectivamente, empezó a joder a medio mundo cuando empuñó el timón de Diario 16 y siguió jodiendo al otro medio cuando fundó la cabecera que me acoge. Misión es ésa del alto periodismo, que a nadie baila el agua, sino que la revuelve. La jota de Pedro ha sido siempre un aguijón: el del tábano incansable, el de la mosca cojonera, el de la abeja melífera, que si lo clava, muere, mas no por ello ceja en el cumplimiento de su deber. Decíamos en los años del antifranquismo, aludiendo a quienes desde las filas de la clandestinidad plantaban cara, que «cuando el urogallo canta, se denuncia y muere, pero el urogallo canta». Y la vida sigue, añado yo. Por una parte, queda el gobernalle en manos de un periodista de contundente solvencia profesional y moral. Por otra, el urogallo va a seguir cantando en este bosque, aunque sólo lo haga los domingos, con su acerada pluma y su vistoso plumaje. El viernes, día en que se hizo pública la nota del consejo de Unidad Editorial, campeaba en el frontispicio de EL MUNDO una frase de Solón: «Sírvete de lo aparente como índice de lo escondido». Bien escogida estaba. Ignoro si ha sido la Corona, o el gobierno, o la oposición, o los separatistas, o la banca, o todos a una, pues a todos ha jodido Pedro Jota, o ninguno de ellos, quienes ahora han jodido al mejor periodista de España, y en este instante, la verdad, poco me importa saberlo, pues yo también estoy jodido por la orfandad. Bryce Echenique escribió una novela que se llama Tantas veces Pedro. Yo, en su día, la presenté. A ese título, como si fuera un analgésico, me acojo. Pedro es mucho Pedro. Tuvimos el del Washington Post, el de ABC, el de Diario 16, el de EL MUNDO... Otros Pedros vendrán.