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Dos perlas

Lo más importante de la entrevista que ayer le hizo Gloria Lomana al presidente del Gobierno en Antena 3 se produjo casi al final de la misma, cuando la periodista le recriminó la falta de acuerdos con Rubalcaba en asuntos de Estado. A la defensiva, Rajoy afirmó: «Nos hemos puesto de acuerdo en frenar los intentos de romper la unidad de España».

Hubiera sido necesario que, en ese momento, le hubiera insistido sobre ese asunto, porque ese pacto es crucial para saber qué va a ocurrir en los próximos meses.

Rajoy, al principio de la entrevista, afirmó tener «un plan» para frenar la independencia de Cataluña. Luego, insistió: «No habrá independencia de ningún territorio español». Pero, para hacer esa afirmación tan rotunda, el presidente debe tener ya sellado un acuerdo con el líder del PSOE, porque ésa es la única garantía de que Mas tendrá que irse a casa humillado como hizo Ibarretxe.

Es una pena que no fuera más explícito, que no profundizara en ese pacto que demanda la mayoría de los ciudadanos.

El segundo punto culminante también se produjo casi al final de la entrevista. Cuando Rajoy se mostró «convencido de la inocencia de la Infanta» y auguró que las cosas «le irán bien». Siendo un hombre prudente, como es, debería haber cuidado las formas en un asunto que está en los tribunales y rodeado de polémica.

Las entrevistas de los presidentes normalmente decepcionan. Se espera demasiado de ellas. Tres cuartos de hora dan para lo que dan. Sobre todo, cuando se quieren abordar todos los asuntos.

Sobre la situación económica, sin novedad. El presidente se reafirmó en que estamos en un «cambio de ciclo» y dijo que al final de la legislatura habrá menos parados que cuando llegó al Gobierno. La bajada de impuestos se aprobará este año (se remitirá en marzo al Congreso) y entrará en vigor en 2015, año electoral. ¿Detalles? Ninguno. Rajoy se mostró ayer en televisión en estado puro, como es. Su frase más repetida: «No adelantemos acontecimientos».

Admitió estar dispuesto a modificaciones en la Ley del Aborto y, desde luego, no se le notó a gusto con ese debate.

Defendió a sus ministros, como es natural, incluidos Montoro, Wert, Soria y Gallardón, y descartó una crisis de Gobierno.

Al final, ¿cuáles han sido los objetivos de esta esperada comparecencia? Fundamentalmente tres: confirmar que lo peor de la crisis ya ha pasado; resaltar que el sacrificio de los ciudadanos ha merecido la pena, y decir que Mas debe perder toda esperanza de que Cataluña sea independiente. Sin brillantez, objetivo cumplido.

casimiro.g.abadillo@elmundo.es