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Críticas en el PP: «Cuando uno pierde los papeles, siempre pierde»

El rifirrafe radiofónico de González a un año de las elecciones impacta en el partido

No se habló de otra cosa a lo largo de la jornada. El rifirrafe radiofónico entre el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramírez, se coló, si no dentro, sí al final de todas las reuniones de partido.

Unos lo habían escuchado en directo; a otros, se lo habían contado. Pero todos repetían una palabra: «¡Terrible, ha sido terrible!». Y en el propio comentario iban implícitas dos impresiones: primero, la sorpresa y segunda, la crítica. Ambas fueron generales. La primera, porque «es completamente inhabitual que la bronca venga inducida por el propio político, no en medio de una tertulia, sino a través de una llamada telefónica». La segunda, porque nadie, ni los más amigos de Ignacio González, veían al episodio otra ventaja para el jefe de Gobierno regional que el propio desahogo personal.

«Es humanamente comprensible su hartazgo personal», decía uno de ellos, «porque si la coincidencia de testaferros entre Gürtel y la sociedad vendedora de su ático es una noticia de portada, mucho más lo habría sido el patrimonio de José Bono». «Sea como sea», le justificaban, «lo que a unos les parecerá imprudencia, para otros será valentía».

En esta línea, no faltaron quienes consideraron el rédito político que la pelea con Ramírez podría reportarle al aún no confirmado candidato electoral al Gobierno de Madrid en 2015. Resulta de sentido común, para el común de los populares, que plantar batalla al periodista que publicó los SMS de Rajoy a su ex tesorero –«Luis, sé fuerte»...– y al que el Gobierno ha convertido en enemigo público por su beligerancia mediática en el caso Bárcenas, supone un mérito que bien merecería, en el caso de González, una estrategia deliberada y previa a la llamada radiofónica.

Sin embargo, no es ésta la opinión que ayer dominaba en el PP. La mayoría interpretaba la muy desairada intervención de González como una prueba de su propia vehemencia. «El tono de voz era muy tenso. El que conoce a Nacho sabe que el que hablaba no era un hombre tranquilo, determinado a provocar o a poner en evidencia a Pedro J., sino un hombre nervioso por algo», decía un miembro de la dirección del PP.

«Cuando pierdes los papeles, siempre pierdes», corroboraba un alto cargo próximo al presidente del Gobierno, para añadir: «Aunque siempre es arriesgado, un enfrentamiento público puede salir bien si lo preparas bien y sabes mostrarte enérgico, no nervioso. Pero una bronca de éstas ni le gustan a la gente ni, desde luego, le gustan a Rajoy».

Si el debate sobre la intervención radiofónica y sus causas ocupó ayer a los populares, tampoco estuvo del todo ausente el debate sobre sus consecuencias. Por más que el propio González acusó a Ramírez de intentar influir –negativamente– en su candidatura a la Comunidad, lo cierto es que ésa sigue siendo una de las incógnitas que más entretiene al partido en Madrid.

Lo primero que hay que contar, en favor de González, es que casi nadie entre los consultados creía que el «desagradable» episodio radiofónico tendrá un efecto real sobre la continuidad o no de dicha candidatura.

«Eso es un incidente que no es nada bueno para González», decía otro alto cargo, «pero lo definitivo en la decisión de Rajoy no van a ser sus trifulcas con la prensa, sino las encuestas, el nombre del candidato a la alcaldía y si se complica o se judicializa o no el asunto de su ático».

Y es que lo del ático de González, ciertamente, sigue siendo una sombra difusa que nadie en el PP se atreve ni a pinchar ni a señalar. Sólo en privado, unos lo justifican: «No hay nada probado», y otros lo critican: «Un político con una casa comprada a una sociedad radicada en un paraiso fiscal, como mínimo, es raro».

Pero lo políticamente relevante es que, en público, «nadie mueve un dedo por defenderle. Ni Génova, ni el Gobierno, ni nadie en el PP. Si algo se está viendo es que él está saliendo solo a defenderse», dice un notable del partido, «todos están callados, a la espera de que hable la esfinge...»

La esfinge, como se adivinará, es Rajoy, al que también se refería ayer otro miembro de la dirección de Génova para descartar cualquier decisión a corto plazo sobre la candidatura de González: «Si ha sido capaz de estar 48 horas cara a cara con Jaime Mayor en Toledo sin desvelarle si va a ser o no candidato a las europeas, cabe imaginar lo lejos que le queda decir o pensar siquiera en lo que será de González».

«Nacho nunca será el favorito de Rajoy, pero éste no se molestará en cambiarlo si no hay indicios o pruebas en contra», apostaba ayer un veterano amigo del presidente del Gobierno.

Por su parte, González ha tenido en María Dolores de Cospedal a su mayor valedora ante el propio Rajoy. Su «buena relación» personal, según fuentes próximas a la secretaria general, viene de su común paso por Interior. Pero otras fuentes políticamente cercanas a la dos aseguran que Nachono tendrá en Cospedal ningún blindaje.

Sea como sea, esto aún no toca, ya se sabe.